El guerrero dragón más adorable del cine ya está de vuelta con sus amigos furiosos (Víbora, Tigresa, Mantis, Mono, Grulla) y el maestro Shifu y el sabio Oogway y su padre adoptivo el pato y toda la iconografía de la tradición China y el kung fu. Otra vez vuelve el asombroso y torpe panda elegido para salvar la aldea y el Palacio de Jade de las garras del malvado Kim. Al igual que en el fútbol, equipo que gana, equipo que no se toca. Y DreamWorks lo sabe y apuesta una vez más a la fórmula del éxito de su saga más punch y esperada y genial.
Kung Fu Panda 3 cumple y satisface y se vuelve a destacar por su potencia visual y pirotécnica y su montaje frenético y su sentido de la diversión. Es una animación innovadora, con personajes bien tratados (todos son importantes, desde el protagonista hasta el más secundario) y un atado de gags sutiles y efectivos, de esos que sacan las carcajadas con ganas.
Los movimientos de cámara ya son característicos en esta franquicia: circulares, con travellings hacia adelante con mucha rapidez, zooms que van a toda velocidad siguiendo a sus personajes mientras corren y saltan y pelean, planos de cortísima duración que por momentos adquieren un vértigo palpable. En pocas palabras, el filme dirigido por Jennifer Yuh y Alessandro Carloni recurre a todos los recursos formales que hagan de la película un producto más dinámico y, sobre todo, más entretenido.
El trabajo técnico y de producción es sorprendente (si se la ve en 3D la experiencia es verdaderamente maravillosa). Los colores tienen vida propia y cada movimiento de cámara tiene una lógica, logrando escenas hermosas y llenas de luz, con una banda sonora de Hans Zimmer a la altura.
Esta vez el filme se pone más taoísta y místico y se revela el origen de Po, quien se encuentra con su padre biológico y regresa a la aldea de los pandas de la que nunca tendría que haber salido.
El oso karateca vuelve con los de su especie con una misión precisa: descubrir quién es para poder dominar el Chi (la energía que fluye en todo ser vivo) y así vencer la fuerza destructora e imparable de Kim, un viejo compañero de Oogway que fue condenado al lado oscuro por su incontenible ambición. Kim volvió para sacarles el Chi a los maestros de la China y a todo aquel que se interponga en su camino. Pero Kim también es una especie de Ying para un Yang, que es Po.
Los problemas interiores y el preguntarse quién es uno se materializan en una batalla épica y satírica. ¿Es Kung Fu Panda 3 un diálogo con la voz del interior? Sí, pero no sólo eso: nunca una película de animación ha creído tanto en la fenomenología del espíritu.