La unión de los osos hace la fuerza
Si bien nunca consigue alcanzar los picos que significaron el episodio original de Shrek o Madagascar 3, con este nuevo panda el ala de animación de los estudios Dreamworks redondea la más pareja de sus sagas animadas pensadas para todo público.
La saga del oso panda experto en el tradicional arte marcial chino, vuelve a dar un golpe eficaz. El tercero para mayor precisión. Con Kung Fu Panda 3, el ala de animación de los estudios Dreamworks redondea la más pareja de sus sagas animadas pensadas para todo público. Si bien nunca consigue alcanzar los picos que significaron el episodio original de Shrek o Madagascar 3: Los fugitivos, que sin duda representan lo mejor que han dado esos estudios, las tres películas protagonizadas por Po, el oso panda que soñaba con aprender kung fu pero que tenía destino de gran maestro, logran mantener sus virtudes y aciertos, confiriéndole a la serie una armonía estética y una coherencia narrativa inusuales. Dicho logro quizás se encuentre relacionado con el hecho de que el equipo creativo se haya mantenido casi intacto desde la primera película, estrenada en 2008.A diferencia de Shrek, cuyos directores y equipos de guionistas difícilmente se mantenían de un episodio a otro, en Kung Fu Panda la idea parece ser la opuesta. Los guionistas siempre han sido Jonathan Aibel y Glenn Berger, quienes comenzaron sus carreras como dupla en los ‘90, escribiendo para el show televisivo del comediante George Carlin y otras series, para luego trabajar en los guiones de películas como Monstruos vs. Aliens (2009) o Bob Esponja: Un héroe fuera del agua (2015). Del mismo modo sus directores tampoco son ajenos al universo de la saga. Por un lado, la surcoreana Jennifer Yuh Nelson dirigió en solitario el episodio número dos, pero en la película original ya había desempeñado algunos roles importantes dentro del departamento de animación. Entre ellos, el de directora de la secuencia onírica en la que el protagonista visualiza sus deseos, que está entre lo mejor de esa película y de toda la saga, y en donde utiliza una estética con sutiles referencias al dibujo chino antiguo y una técnica más cercana a la animación clásica en dos dimensiones. Por el otro, Alessandro Carloni debuta acá como co-director, aunque también tuvo una creciente participación como animador en los films anteriores.Y a diferencia de la mencionada Madagascar 3, este tercer episodio de Kung Fu Panda abreva menos en un humor con tendencia al descontrol y al absurdo, que en un tipo de comedia física más tradicional que encaja muy bien con el perfil de Jack Black, el actor que le presta su voz al protagonista en la versión original. En cuanto a la historia, esta se desarrolla sobre dos líneas paralelas que acabarán cruzándose al final; ambas tienen que ver con distintas fuerzas que retornan desde el pasado para modificar el presente. La primera de ellas sigue la llegada de un antiguo maestro del kung fu, que luego de 500 años vuelve desde el mundo de los espíritus dispuesto a derrotar y absorber el chi (la fuerza, no sólo física sino mental y, sobre todo, espiritual) de otros grandes maestros vivos. De los cuales, por supuesto, el más importante es Po, a pesar de su torpeza y volumen físico. La otra, por su parte, está representada por la aparición del padre natural de Po, quien siendo huérfano de pequeño fue criado por un ganso cocinero, especialista en fideos y bollos chinos. La entrada en escena de ambos personajes obliga al protagonista a revisar su memoria, su historia personal, para por un lado cuestionarse su destino de guerrero elegido y, por el otro, reconstruir su propia identidad. Por fortuna la película maneja ambas situaciones con solvencia, sin tomarlas a la ligera, pero sin abrumarlas con esa solemnidad en la que suelen caer las películas infantiles cuando se ponen didácticas sin necesidad.Claro que resulta imposible que un mensaje no se cuele entre las grietas de la narración, aunque se agradece que lo haga de manera natural, libre de todo subrayado. El desenlace de la película viene a confirmar que la mayor fuerza está en la unión y que permanecer juntos es la mejor forma de vencer a un enemigo más poderoso. Un principio que tanto puede aplicarse al pequeño ejército griego que rechazó a la armada persa en las Termópilas, o a un grupo de empleados despedidos, en conflicto gremial con sus patrones. Porque a fin de cuentas, ya lo decía mejor el Martín Fierro: “Los osos panda sean unidos / porque esa es la ley primera...”