Las dos películas anteriores de esta serie mostraban una combinación notable de sátira y aventuras. Las dos cosas funcionaban muy bien en complemento; en la segunda, la inclusión del drama -el trágico origen de Poo- lograba también ensamblarse al resto sin oscurecer el tono. Aquí ese trabajo delicado sobre varios géneros se mantiene y permite que el gag y la acción peligrosa tengan igual fuerza, aunque no deja de existir cierta pereza, la de recostarse en lo ya probado y conocido. Poo esta vez conoce a su padre, conoce el mundo del cual procede y debe organizar su defensa, lo que lleva nuevamente el asunto al campo de la épica satírica. Y otra vez, incluso en las secuencias más duras, aparece el gag como punto de equilibrio. Técnicamente impecable, con varias invenciones notables, trabaja su moraleja -siempre que hay animales hay fábula, a veces desgraciadamente- sin subrayarla y permitiendo que el esplendor visual y, sobre todo, los personajes (¿a quién le importa la acción si no hay empatía con las criaturas de un film?) sean el verdadero núcleo de la película.