Clara (Paola Barrientos) es una exitosa ilustradora y escritora de libros infantiles. En los primeros minutos, la vemos viajar a México para recibir uno de los premios más prestigiosos del rubro. La acompañan su marido, Francisco (Marcelo Subiotto), un abogado que es también su representante, y sus hijos, Lisandro (Oliverio Acosta) y Violeta (Violeta Postolski). De regreso, la familia se muda a una hermosa casona suburbana con la idea de que ella pueda llevar una vida más tranquila y recuperar su energía creativa.
La súbita partida de una veterana mujer que trabajaba para ellos y el sorpresivo reencuentro con Ariel (Diego Cremonesi), un carnicero del lugar que fue su gran amor de juventud, empiezan a poner en jaque el universo íntimo hasta ese momento aparentemente sólido e incluso previsible de la impulsiva y conflictuada protagonista.
La Directora de Rompecabezas y El cerrajero apela a múltiples recursos (incluidos pasajes de animación) y a bruscos cambios en el personaje de Clara (empieza a frecuentar un comedor para chicos carenciados, mientras se siente cada vez más tentada de aceptar los juegos de seducción que le propone Ariel) para moldear un film por momentos inquietante y fascinante, aunque no siempre del todo sutil, sobre las crisis y los replanteos en la madurez, las segundas oportunidades, la necesidad de mayor libertad, y la búsqueda de nuevos desafíos y caminos ya no tan intelectuales, sino del orden de lo espiritual.