Que ves cuando no ves
Hay momentos en la rutina de la vida, en la melodía monótona de la propia existencia, donde es necesario buscar el desorden o desafinar en términos metafóricos. Y precisamente eso lo que impulsa a la protagonista de este nuevo opus de Natalia Smirnoff (ver entrevista), Clara (Paola Barrientos) a sumergirse en un viaje interior de transformación, a no tenerle miedo a los nuevos acordes aunque presenten disonancias y hagan de la apariencia su mayor ventaja para buscar desafinar.
La vida profesional de Clara nunca se encuentra en jaque porque ella es ilustradora de historias dirigidas al público infantil. Su creatividad es la que genera su primer cortocircuito al encontrarse con el coro monótono de un mercado editorial que no está dispuesto a la innovación o a propuestas diferentes a las fórmulas editoriales exitosas. Alcanzan esos apuntes para entender las motivaciones de Clara, sobre todo desde el comienzo en una suerte de agasajo donde las imposturas de todo el entorno la desestructuran aún más. También reencontrarse en la soledad y el pretexto de desconectarse para recuperar la inspiración y cumplir con las demandas comerciales implica otro modo de desafinar frente a sus hijos, su pareja Francisco (Marcelo Subiotto) y en un orden menos visible con su propio deseo y vulnerabilidad una vez abandonado el círculo de confort.
La afinadora de árboles es una propuesta fresca en términos narrativos porque fluye a la par de su protagonista pero no menos rigurosa en cuanto al guión y a la dirección de un elenco muy bien elegido. Párrafo aparte para Paola Barrientos, quien viene demostrando riesgo en los personajes que acepta interpretar como por ejemplo el de la serie de HBO El jardín… en su segunda temporada.
Es creíble su Clara y su contacto con el dibujo porque nunca se encarga de pensar en actuarla sino “dibujarla” en la ruta en blanco seguida por la directora como si se tratara de la página de un libro aún incompleto al que debe ilustrar con su energía así como en el caso de Natalia Smirnoff con el equilibrio justo entre la imagen, la distancia de la cámara y el espacio en el que Clara experimenta sus estadíos interiores de desafinaciones.