Invocando espíritus
Otra vez una casa se convierte en el escenario del horror y altera la vida de una joven pareja que se instala en el lugar. Kelly (Ashley Greene) y Ben (Sebastian Stan) comienzan a descubrir situaciones sobrenaturales que tienen como origen un experimento de parapsicología realizado en la universidad.
Con ecos de Actividad Paranormal y Poltergeist, el film de Todd Lincoln muestra un ambiente cotidiano que se transforma rápidamete en un lugar sombrío y habitado por presencias desconocidas. Puertas que se abren solas, sonidos de pasos, rajaduras y un gran hongo que se forma en el techo, marcan el comienzo del horror.
Si bien el comienzo tiene clima y sumerge al espectador en el misterio que propone la trama, el desarrollo y el desenlace pierden fuerza y no logran sorprender. Ashley Green (a quien próximamente veremos en Amanecer: Parte 2, el final de la saga Crepúsculo) no logra convencer con su papel y le falta reacción (como en la escena del perro) ante los hechos que se van desencadenando.
El film propone un juego con cámaras de seguridad, concentración de energía, una presencia que se arrastra como la criatura de El Grito y sombras que se manifiestan y alimentan los temores más profundos de los protagonistas. Más allá de la casa "encantada" y los esfuerzos de un experto en el terrenoo sobrenatural (Tom Felton), la maldición los seguirá a donde vayan, ya sea un hotel o una simple carpa de camping. El resultado es flojo si se tienen en cuenta otros títulos del género que marcaron una época. No es éste el caso.