Más allá del sesgo hanekeano a la hora de abordar cuestiones como la culpa y el castigo que deviene en un desenlace algo sádico, hay que decir que La audición trasciende los lugares comunes del género maestra-alumno de música para convertirse en una profunda e inteligente incursión en la psicología de sus personajes con una puesta en escena sólida, rigurosa y sin fisuras.
En su segundo largometraje como directora después de The Architect, la reconocida intérprete Ina Weisse describe el universo personal de Anna Bronsky (la otra vez extraordinaria Nina Hoss, ganadora del premio a Mejor Actriz en el Competencia Oficial del Festival de San Sebastián 2019 por este trabajo), profesora de violín en un instituto de élite en Berlín.
Anna logra que Alexander, un chico sin técnica depurada, ingrese y empieza a prepararlo de forma minuciosa hasta lo obsesivo (patológico), al punto que empieza a descuidar la relación con su marido Philippe (Simon Abkarian) y su hijo Jonas (también un virtuoso intérprete de violín). Mientras mantiene un affaire con su colega Christian, quien además la insta a volver a dar conciertos en un quinteto, nuestra antiheroína inicia un descenso a los peores infiernos personales con resultados inquietantes y desgarradores.
Aunque el desenlace no está al nivel del resto de la propuesta, se trata de un valioso segundo paso de Weisse detrás de cámara y -por si todavía hacía falta- la ratificación del talento impar de la protagonista de varios films de Christian Petzold como Yella, Triángulo, Barbara y Ave Fénix. Queremos tanto a Nina Hoss...