Esta película alemana protagonizada por Nina Hoss se centra en una violinista que debe lidiar con problemas personales y laborales, haciéndole perder su centro y sacando afuera las peores zonas de sí misma.
El segundo largometraje de la actriz convertida en directora tiene un gran punto a favor que sostiene su relato aún cuando las decisiones formales o narrativas empiezan a generar muchas dudas. Se llama Nina Hoss y es su protagonista. La actriz alemana (de casi todas las películas de Christian Petzold, entre muchas otras) es, como dicen por ahí, una fuerza de la naturaleza, una presencia tan magnética y potente que hace que por un buen rato pasemos de largo los problemas aparentes del film, los que van a hacerse más evidentes sobre el final.
Es tan claro el punto de quiebre en LA AUDICION que uno hasta podría dividir a la película en dos partes: una muy buena primera hora y una bastante desagradable media hora final. Es que la película de Weisse viene contando de manera sutil, ingeniosa e inteligente la vida de una violinista talentosa, autoexigente y complicada cuyas idas y vueltas están mostradas de una manera comprensible y humana, aún con sus más extraños tics y peculiares costumbres. Uno entiende a Anna porque se da cuenta que está presa de una gran serie de presiones a las que no siempre sabe responder bien. Y esa debilidad la humaniza.
La vida de Anna, la profesora de violín y concertista frustrada, está marcada por un padre exigente, un marido en apariencia amable y bondadoso (Simon Abkarian), un colega/amante y, especialmente, dos figuras que casi sin conocerse compiten por su atención: su hijo y su alumno más avanzado. Ambos tocan el violín pero Anna parece más preocupada por los avances de su alumno en función de una inminente audición, algo que no le sienta del todo bien a su más pequeño y perturbado hijo.
Las idas, vueltas y complicaciones en la vida de Anna a lo largo de la primera hora del film están contadas con un enorme grado de realismo y verdad. Da la impresión que la directora no juzga a sus personajes sino que comprende y acepta que se equivoquen, que no actúen siempre de la mejor manera y que mezclen gestos nobles con otros egoístas, como seguramente lo hacemos todos. Pero hay un momento en el que eso se corta y es lo que yo llamo el Ataque Haneke. Veamos.
Sin spoilear diré que la tensión narrativa va creciendo a partir de una serie de hechos específicos (la presión que Anna se autoimpone cuando tiene que tocar en vivo es tremenda) y de allí en adelante el personaje se desarma y la directora toma distancia de él. La sutileza y la ambigüedad desaparecen y Anna (y no solo ella) se convierte en un monstruo en una película que en un momento se abandona a sí misma y decide convertirse en un mix de LA PROFESORA DE PIANO y LA CINTA BLANCA.
Crueldad, brutalidad, una maldad que se pasa de generación en generación, una idea de que la bondad y la inocencia en el mundo solo serán castigadas por la lógica cruel de nuestros recelos y egoísmos varios. Todo eso aparece en la película. No de golpe —hay varias pistas de que todo puede derivar en algo parecido a eso desde mucho antes— pero sí de una manera que le hace muy mal a THE AUDITION ya que no solo simplifica, y levanta el dedito moralista acusador en lo que queda del relato, sino que hace repensar lo que habíamos disfrutado antes.
De todos modos tengo la impresión de que hay suficiente buen material aquí como para no desmerecer la película por completo, ya que durante una buena parte del relato se trata de una inquietante historia acerca de la difícil vida de una mujer profesional presionada por la vida, el trabajo, la familia y sus propias obsesiones y traumas. Hasta que hay que sacar el martillo y dictar sentencia, Weisse y Hoss parecen controlar lo que hacen. Después, ambas son cooptadas por ese mal del cine contemporáneo que es la necesidad de impactar brutalmente al espectador con un golpe duro en el rostro y el rumbo se pierde por completo. Una lástima. Con algunos pequeños pero fundamentales cambios, THE AUDITION podía haber sido una mucho mejor película que la que terminó siendo.