Absurdo, misterio y humor
La combinación de lo disparatado con asesinatos, y un elenco de estrellas que brilla redondean el nuevo filme de Bruno Dumont.
Una extrañeza es La bahía, la nueva película de Bruno Dumont, el director de La vida de Jesús y La humanidad, que siempre estuvo atento a abordar temas espirituales y reflexionar sobre el hombre que al humor absurdo que plantea su filme, que compitió en la última edición del Festival de Cannes.
Dumont viene de realizar para la televisión una corta miniserie (P'tit Quinquin), en la que se puede hallar el germen que brota en La bahía. Aquella era una historia de misterio y crimen, en la costa norte de Francia, algo que se reitera aquí, pero por primera vez cuenta con un elenco de estrellas (Juliette Binoche, Fabrice Luchini, Valeria Bruni Tedeschi), que confrontan y se amalgama con no actores o actores no profesionales, como les guste decir.
Los primeros integran una familia aristocrática venida a menos, a comienzos del siglo pasado, que va a veranear allí, donde otra familia de pescadores sobrevive como puede. Hay una enigmática desaparición de hombres y mujeres en el lugar, y estos últimos presumiblemente algo tienen que ver con el asunto.
Y hay un enredo romántico entre un hijo de los pescadores (Ma loute) y la hija a la que la madre (Binoche) viste de hombre.
Dumont les suma un par de detectives que visten, caminan y se mueven como Laurel y Hardy (el gordo, cuando va a la playa, directamente rueda hacia la orilla desde las dunas) y son bastante inoperantes, y Luchini directamente parece un dibujito animado.
Lo dicho: entre la desfachatez, el cambio de género, la comicidad, el slapstick y el tono absurdo se desarrolla la película, que cuestiona a unos y a otros, por más que el espectador se ponga más a favor de un bando que del otro.
Por que en definitiva, todos los personajes de Dumont están movidos por pulsiones. Y es lo que vale.