Darren Aronofsky, director de «Requiem por un Sueño» (2000), «El Cisne Negro» (2010) y «¡Madre!» (2017), se aleja bastante de lo que venía haciendo previamente, conformando mundos asfixiantes que sumergían a sus personajes en la locura, (generalmente desde el thriller psicológico o con algún componente de ciencia ficción y/o fantasía) para brindar su proyecto más terrenal hasta la fecha.
«La Ballena» resulta una elección particular dentro de la carrera de Aronofsky, ya sea porque no intenta ocultar su origen teatral, que en manos de un director inexperimentado podría resultar en un melodrama de Hallmark Channel, sino que justamente aprovecha las particularidades del relato para brindarnos una atmósfera sumamente opresiva y claustrofóbica, centradas en la figura protagónica e indiscutida del film.
Esto nos lleva a hablar de Brendan Fraser, quizás la razón por la cual haya tenido una enorme repercusión este largometraje, y además porque significa el regreso triunfal del actor a la pantalla grande tras los problemas de público conocimiento que tuvo que atravesar (el actor denunció que fue abusado en 2003 por el presidente de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, lo cual lo llevó a estar como en una lista negra de celebridades que lo alejaron de la gran pantalla, sumado a algunas dificultades en su vida personal y algunos inconvenientes a nivel salud). Fraser será la razón principal por la que sea recordada esta película en el futuro y probablemente la que le brinde el Oscar a Mejor Actor en la próxima entrega de los premios de la Academia.
Metiéndonos un poco con la película, para aquellos que necesiten una breve sinopsis, nos encontramos con un solitario profesor de inglés a distancia llamado Charlie (Fraser), el cual está recluido en su casa con un caso de obesidad mórbida que lo tiene con movilidad reducida. El hombre da los cursos de escritura a sus alumnos con la cámara apagada y sin entrar demasiado en contacto con nadie. Liz (Hong Chau), una enfermera y amiga, lo visita diariamente para asistirlo con algunas cuestiones y para controlar que su salud no se complique. Charlie se rehúsa a trasladarse a un hospital y pedir asistencia, ya que, además, posee un severo cuadro de depresión del cual nos iremos enterando a medida que avanza el relato. Lo único que parece mantener a Charlie con vida es cierto espíritu optimista que esboza o parece mantener de épocas mejores y la necesidad de intentar reconectar con su hija adolescente (Sadie Sink) antes de que sea demasiado tarde.
Como bien mencioné anteriormente lo destacable de la propuesta de Aronofsky, además de su gigantesca habilidad como narrador, radica en el aprovechamiento de esa teatralidad que conserva la adaptación respecto a la obra sobre la cual se basa, escrita por Samuel D. Hunter. Eso permite que el espectador se sienta sofocado e incomodado por la vida que lleva el protagonista (aun cuando por momentos el realismo sea excesivo y se exploten ciertas miserias), explorando no solo la reclusión sino también la soledad, la depresión, la incomodidad, entre otras cosas. Esto se ve sumamente potenciado por la fotografía de Matthew Libatique (habitual colaborador de Darren) que opta por utilizar un encuadre más cuadrado con una relación de aspecto de 1.33: 1 provocando que el encierro sea aún mayor.
Asimismo, si bien destacamos la interpretación consagratoria de Brendan Fraser, también hay que hacer lo propio con la actuación de la joven Sadie Sink, que demuestra gran talento para interactuar con su veterano colega y se luce con un trabajo conmovedor.
«La Ballena» es un relato, que al igual que su protagonista, presenta algunas falencias (por momentos puede ser demasiado manipuladora emocionalmente y también morbosa), no obstante, dichas falencias también la presentan de forma humana y realista. Darren Aronofsky nos ofrece su obra más contenida y minimalista, alejándose de sus habituales recursos (aunque no tanto del comprometido estado mental de sus personajes) para seguir demostrando su versatilidad y pericia como narrador. Algunos podrán criticarle algunas formas, pero la película se presenta como un sólido drama tan desgarrador como conmovedor.