Si alguien se acercara y quisiera convencernos que esta nueva propuesta de Darren Aronofsky es arte y que mostrar durante dos horas la decadencia de un hombre con obesidad mórbida no es morbo, tendríamos que explicarle que el arte es otra cosa, y que exponer a los espectadores a situaciones incómodas y extremas es más parte de realizadores como Michael Haneke, por ejemplo, que bastante vapuleado y criticado ha sido.
Una puesta teatral, los últimos momentos de vida de un hombre incapacitado, en todo sentido, termina por explotar en la cara del público sin reflexionar, realmente, sobre aquello que supuestamente quiere concientizar.