El protagonista de La ballena, Charlie (Brendan Fraser), es un profesor de literatura que vive en Idaho. Da cursos de escritura para estudiantes universitarios exclusivamente online ya que nunca sale de su casa. La cámara en dichas clases la mantiene apagada porque se avergüenza de su obesidad mórbida y sus más de doscientos setenta kilos. Su conexión con el mundo exterior es con su amiga y enfermera Liz (Hong Chau), que le ruega que vaya al hospital porque es casi seguro que tendrá un infarto que le puede costar la vida. Un misionero de la Iglesia New Life, Thomas (Ty Simpkins), se vuelve un accidental confidente que lo insta a abrazar la fe. Pero la obsesión de Charlie es su problemática hija adolescente Ellie (Sadie Sink), a quien no ha visto en ocho años.
La película es una clásica historia del amante de la sordidez Darren Aronofsky, el mismo director de Réquiem por un sueño y El cisne negro. Pero con gran criterio el guionista y director eligió al mejor actor posible para lograr empatía instantánea. La mirada de Brendan Fraser en los primeros minutos de la película resumen toda la angustia de su personaje y los diferentes matices que lo han llevado a estar encerrado y prácticamente postrado en su departamento. Imposible no emocionarse con él. Fraser le presta a Aronofsky la humanidad que el director no tiene. A cambio, Darren le obsequia no pocos momentos de una absoluta crueldad.
La ballena fluctúa entre la crudeza impactante y descarnada con la que muestra el sufrimiento y el estado físico de su protagonista, y una serie de apuntes cursis que corresponden a otro tipo de películas. Si esta película consigue que Brendan Fraser vuelva a ser una estrella de cine, entonces habrá valido la pena. Pero es un poco doloroso que haya tenido que llegar hasta acá para que le reconozcan su enorme talento actoral y su absoluto carisma. Nadie que sepa de cine puede pensar que La ballena, aún con el gran trabajo de Fraser, puede compararse con La momia (1999) de Stephen Sommers, un film de evidente calidad artística muy superior a este estreno.
En cuanto al título La ballena este proviene de un ensayo literario sobre la novela Moby Dick de Herman Melville que Charlie lee compulsivamente en sus momentos de mayor angustia, aseverando que se trata del mejor ensayo que ha leído en su vida. Se abren interrogantes a partir de ese texto y las analogías entre esas palabras y el protagonista son evidentes. La película no deja de ser bastante moralista, pero una vez más, el protagonista, equivocado o no, busca con desesperación una redención que parece imposible. Es la película que quiso hacer Darren Aronofsky, pero un poco de observación de la filmografía de los hermanos Dardenne lo habría ayudado a mantener una coherencia estética y narrativa más sólida y arriesgada.