La filmografía de Darren Aronofsky está llena de marginales en sus prisiones obsesivas, donde el aislamiento y las adicciones se convierten en un mecanismo de defensa ante un mundo exterior que lastima más que la autodestrucción. Pi, Requiem for a Dream, Black Swamp, Mother! son un tour de force por los abismos de la razón, un teatro nihilista de la desesperación con personajes que quedan atrapados en sus propias preguntas existenciales como vía directa a la locura.
En The Whale (La Ballena) encontramos la misma atmósfera enrarecida, el mismo pathos compulsivo. Toda su obra es un viaje por infiernos particulares, pero aquí Aronofsky pone en escena la búsqueda de redención como el único sentido posible ante una realidad insoportable.