Siempre es bueno recordar (sobre todo a aquellos que reniegan del tema) que el feminismo no se inventó ayer. No es una moda, ni una consecuencia del aburrimiento. La igualdad de posibilidades entre hombres y mujeres es un derecho por el cual se lucha hace mucho tiempo. La Batalla de los Sexos recrea un importante y divertido suceso real del mundo del deporte. ¿Logra convencer al espectador de la legitimidad de su premisa?
Todo comienza con Billie Jean King (una impresionante Emma Stone), con doce premios Grand Slam bajo el brazo a sus 29 años y reconocida militante en defensa de los derechos de la mujer, encabezando un torneo de tenis femenino patrocinado por la tabacalera Virginia Slims, que surge como respuesta a la inequidad de premios que ganan los hombres en relación a las mujeres: ocho veces más, sin vender necesariamente la misma proporción de entradas. Del otro lado de la red tenemos a Bobby Riggs (Steve Carell), ex-campeón ya retirado, autoproclamado misógino y adicto a las apuestas. Bobby necesita un poco de show en su vida... y por qué no una entrada de dinero adicional. Es por ello que decide, a sus 55 años, retar a Billie Jean a un partido para demostrarle al mundo entero que el hombre es superior a la mujer en todos los aspectos y que el activismo femenino debería quedarse en la cocina del hogar.
El partido, justamente conocido como "Battle of the Sexes" (de hecho, era la segunda vez que realizaba un encuentro con este nombre entre tenistas de distinto sexo), resultó uno de los mayores acontecimientos deportivos hasta ese momento y todo un furor mediático, con una asistencia de 30.000 espectadores presentes en el estadio y una audiencia televisiva que rondó otros 50 millones de espectadores, sólo en los Estados Unidos.
Los directores Jonathan Dayton y Valerie Faris (la misma dupla detrás de la inolvidable Little Miss Sunshine) se toman su tiempo para presentar a cada personaje por separado y contextualizarnos tanto sobre el mundo del deporte como sobre el rol de la mujer allá por comienzos de la década del '70. La sólida construcción de la primera media hora es fundamental para lograr la empatía con ambos protagonistas y poder llegar al enfrentamiento con un claro favorito por el cual hinchar. Si bien el tenis es un deporte con el que, a la mayoría de nosotros, nos cuesta mucho más engancharnos y emocionarnos, la manera en que se relata el partido, haciendo partícipes no solo a los jugadores sino también a quienes los apoyan, logra generar un muy buen clímax.
Buen clímax pero también un buen comienzo y muy buen desarrollo. La Batalla de los Sexos logra narrar su historia de manera dinámica y concisa, sin perder nunca el foco de la acción, ni dejando de lado los devenires amorosos (en especial la incipiente relación entre Billie Jean y su estilista, Marilyn Barnett, interpretada por Andrea Riseborough), familiares y profesionales de los dos tenistas.
El humor es fundamental: al personaje de Bobby por momentos lo querés matar a trompadas, pero su postura es tan extrema que termina causándote gracia. Y es un claro signo de los tiempos que corren el hecho que Riggs quede como un ridículo, teniendo en cuenta que este tipo tenía adeptos. Por suerte su misoginia ya no puede ser tomada en serio.
VEREDICTO: 8 - ¿FUTURO ICONO?
En la vida real, La Batalla de los Sexos fue sin duda un paso ganado más en la lucha por la igualdad de género. Ojalá el film se convierta en una proyección obligada en los colegios cuando se hable del tema, porque retrata la problemática desde un costado dinámico, sensato, y lleno de humor.