En un mundo perfecto, el estreno de una película como La batalla de los sexos hubiera servido para reflexionar sobre la evolución que tuvo la sociedad del siglo 21 en lo referente a la desigualdad de género. Aunque en algunos campos hubo ciertos avances, comparado con la situación de los años ´70, el machismo recalcitrante que manifestaba un tenista mediático como Bobby Riggs no fue erradicado por completo y queda mucho por hacer al respecto en materia de educación.
Sin ir más lejos, hace unos meses en Estados Unidos un famoso jugador de fútbol americano menospreció a una periodista en una conferencia de prensa, ya que entendía que las mujeres no debían opinar sobre estrategias de ese deporte.
Dentro de este contexto aparece un film como La batalla de los sexos en los cines y es imposible no apreciarlo por el mensaje que expresa y la enorme actualidad que tiene el conflicto central.
Los directores de Pequeña Miss Sunshine, Jonathan Dayton y Valerie Faris, presentan una dramatización de los eventos que llevaron a la tenista Billie Jean King (número 1 del mundo en 1973) y el ex campeón Bobby Riggs a jugar un partido que paralizó en su momento al público estadounidense e hizo historia en este deporte.
La trama retrata en detalle el menosprecio que existía hacia el tenis femenino por parte de quienes organizaban los campeonatos y el romance de King con su estilista, en un momento donde tener una pareja del mismo sexo podía significar el fin de la carrera para cualquier atleta.
Emma Stone presenta una gran interpretación de Billie Jean en la que logra transmitir con convicción los diversos conflictos que la deportista enfrentaba en su vida por aquellos días.
La actriz es el corazón de esta producción y con su carisma se carga la trama en sus hombros, apoyada por un reparto que tuvo un gran casting en los personajes secundarios.
A lo largo del film se pueden apreciar muy buenos momentos de Sarah Silverman, Bill Pullman y Andrea Riseborough en el rol de la amante de la protagonista.
En el caso de Steve Carell su labor resulta un inconveniente y seguramente dividirá las opiniones entre los espectadores.
En mi caso me pareció muy sobreactuado y las apariciones del tenista generan una distracción constante. Bobby Riggs tenía un temperamento extrovertido pero Carell por momentos lo convierte en una caricatura y la intención de los directores por humanizarlo en algunas escenas no son muy efectivas.
Un aspecto donde los realizadores hicieron un gran trabajo es en la puesta en escena de los años ´70, que se ve favorecida con una fotografía granulada que remite a la estética que solía tener el cine de esa década. Un recurso que Ben Affleck también utilizó en Argo.
Al margen de las cuestiones técnicas, la gran virtud de La batalla de los sexos pasa por la representación acertada que brinda sobre el concepto del movimiento feminista.
Un tema que en la actualidad quedó distorsionado por ciertos sectores fundamentalistas, cuyo resentimiento y violencia no hacen otra cosa que convertir al feminismo en la cara opuesta del machismo.
Billie Jean King y la primera camada de tenistas del circuito Virginia Slim, al igual que las periodistas de Newsweek que luchaban por la misma causa en el campo de la prensa durante los años ´70, no buscaban la erradicación de los hombres en el planeta, sino una sociedad más justa.
El feminismo nunca tuvo que ver con una cuestión de superioridad sino de igualdad. Algo que se predicó curiosamente durante más de 75 años en los cómics de Wonder Woman y que muchas feminazis con fuga de neuronas de la actualidad jamás llegaron a entender.
Entre tanta confusión y pensamientos extremistas es agradable encontrar una película que rescata la verdadera ideología de la lucha que estas mujeres emprendieron hace cuarenta años y todavía sigue vigente.
La batalla de los sexos es uno de los estrenos destacados de este mes y merece su recomendación.