La historia del célebre partido entre la enorme tenista Billy Jean King y el ex campeón Bobby Riggs de 1973 es la excusa para que Faris y Dayton, creadores de Pequeña Miss Sunshine, vuelvan a retratar las contradicciones de las personas y las sociedades con aire amable, con humor y con momentos emotivos que no pegan debajo del cinturón. Por lo demás, incluso si sabe cómo terminó aquella “batalla de los sexos”, el suspenso de la situación se mantiene. Los actores entienden a los personajes y eso le da un plus notable al film.