LOS PIONEROS
Jonathan Dayton y Valerie Faris son los responsables de La batalla de los sexos un filme que mediante la excusa de la competencia deportiva, en este caso el tenis, viene a presentar un tema que aún en 2017 sigue causando cierta polémica: la liberación sexual y la igualdad de género.
Billie Jean King (Emma Stone) fue la tenista número uno a nivel mundial durante la década del setenta. Y la película recupera su historia creando el escenario de la antesala de un partido que marcó el destino del tenis para siempre. En 1973 King se batió a duelo con el ex campeón mundial Bobby Riggs (Steve Carell) con el objetivo de demostrar el poderío del género femenino ante las constantes vapuleadas del entorno machista.
Durante los setenta, años de liberación sexual y flower power, el conservadurismo aún marcaba su preponderancia, más aún en terrenos de relevancia como cargos jerárquicos, cimas deportivas, logros culturales, etc. Las mujeres arrastraban con el legado de sus perfectas y aplicadas madres del american dream, quienes creían con fe que el rol femenino debía verse destacado dentro del hogar en el seno de un matrimonio y una casa perfecta. Ellas debían ser excelentes esposas y maravillosas madres, tratando de ocultar sus verdaderos sentimientos en beneficio del bienestar general de su familia. En este contexto cualquier otra situación diferente a la planteada sería motivo de discriminación, burla y difamación pública. El legado era pesado pero los años setenta llegaron con aire revolucionarios y en el marco del deporte, Billie Jean King fue una de las pioneras.
La batalla de los sexos es una película correcta desde los aspectos técnicos, sólo arriesga a la hora de presentar algunas tomas en cámara en mano, tal vez imitando la estética propia del cine por aquella década. También ofrece una fotografía granulada haciendo honor al nostálgico fílmico, sin embargo, por momentos tanta perfección resulta tediosa. Es cierto que lo que aquí importa es el desarrollo del tema y una trama que, por momentos, se vuelve predecible tanto como el resultado del match King-Riggs, que todo espectador entendido de la historia real de King conoce. En este sentido el filme se demora en cuestiones que podría resolver de forma más sintética evitando los casi veinte minutos finales de partido.
Emma Stone incendia la pantalla y es gracias a su presencia que el filme se hace más tolerable. La temática que se pone en escena y su tratamiento son adecuados, pero lamentablemente como producto cinematográfico no ofrece mucho para el deleite.
Por Paula Caffaro
@paula_caffaro