Las canciones, las coreografías y el preciosismo del diseño ponen a "La Bella y la Bestia" en el lugar del ensueño.
Los cuentos de hadas cargan con el desafío de conmover a espectadores entrenados en las historias taquilleras, cuando no, desencantados por exceso de guiones.
La Bella y la Bestia es una invitación al mundo de los contrastes y la magia, filmada por Bill Condon (Chicago, la saga Crepúsculo), director que conoce las audiencias y sabe mantenerlas entretenidas. Evan Spiliotopoulos y Stephen Chbosky escribieron el guion basado en el cuento de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont.
La historia enfrenta al príncipe vanidoso a un hechizo que solo se desvanecerá cuando alguien ame al ser de apariencia monstruosa en que ha sido convertido. La Bestia vive en el castillo paralizado en un invierno eterno, junto a sus sirvientes, convertidos en muebles y utensilios.
El hallazgo del cuento sigue siendo el perfil de la pareja protagónica y el nacimiento del amor. Mientras la Bestia espera el plazo implacable en que caerá el último pétalo de la rosa, en la aldea, Bella enfrenta todos los días las burlas y discriminación de los vecinos. La ven rara, siempre enfrascada en sus libros, protegida por el padre relojero. Nada más romántico que una doncella triste y un príncipe hechizado.
Emma Watson transmite fragilidad y determinación a la vez. "Los libros vuelven más grande este mundo", dice, comparando el placer de la lectura con la estrechez del pueblito y sus habitantes. La actriz de aspecto angelical entra sin problemas en el rol, bien acompañada por Kevin Kline en el rol de Maurice, el padre de Bella. Dan Stevens, la Bestia, se mueve dentro del artefacto del personaje con la expresividad puesta en sus ojos, en el juego constante de primeros planos que humanizan al monstruo.
Luke Evans como el malvado Gastón, el pretendiente de Bella, hace equipo con Josh Gad en el rol de Le Fou. Los gestos pícaros de Le Fou y sus inclinaciones amatorias no pasan del juego amanerado entre dos villanos de cuento.
Uno de los atractivos de la película es la puesta del musical que se inserta en las escenas interpretadas por actores, o en las corridas y transformaciones mágicas de los objetos bellamente animados. Las canciones, las coreografías y el preciosismo del diseño ponen a la película en el lugar del ensueño. El baile inicial, los cambios de color, la velocidad, el modo de abordar la poesía del relato, escenas como la grupal de la taberna, sostienen la película más allá de las peripecias conocidas. También la canción de la Bestia establece un vínculo genuino con el espectador.
El otro tema es la imposibilidad de ver la película subtitulada, para disfrutar de las voces originales. De todas maneras suenan con destreza y emoción, las voces de Meli G (Bella), Héctor Ortiz (Gastón), David Filio (Lefou), entre otros.
La Bella y la Bestia de Bill Condon cumple fielmente con las reglas del relato y con la mítica del espectáculo que Disney ha paseado por el mundo en todos los formatos.