Con su lujoso diseño visual y una historia de amor desarrollada entre hechizos, "La bella y la bestia" regresa con actores para cautivar a las nuevas generaciones y despertar la nostalgia de los memoriosos.
La nueva adaptación de Disney del clásico animado de 1991, sigue la exitosa tendencia que logró El libro de la selva. En la versión 2017, el hechizo y la magia siguen presentes en la pantalla grande.
La Bella y la bestia cautivará a las nuevas generaciones y traerá la nostalgia del musical a partir del momento en el que Bella -Emma Watson- decide ir en busca de su padre Maurice -Kevin Kline-, atrapado en un castillo, por una bestia maldita -Dan Stevens-. Bella decide hacer un intercambio y quedarse encerrada a cambio de la libertad de su padre.
La fábula, que invita a encontrar la belleza interior, es una combinación de acción real con actores y efectos digitales de última generación, que conviven de manera fluída y armoniosa dentro de la historia. Watson, conocida por la saga Harry Potter, entrega a una Bella ingenua y soñadora pero aguerrida, que se mueve cómodamente en el género musical y, por otro lado, llega una Bestia de pisada fuerte y mucho mas melancólica.
El lujoso diseño de producción enmarca a una acción que se mueve entre la aldea -por momentos recuerda a La novicia rebelde-, los bosques peligrosos y retorcidos, con la presencia de lobos amenazantes, y un castillo tenebroso y mágico habitado por objetos que cobran vida.
De este modo, desfilan por la historia la Señora Potts -Emma Thompson-, Ding Dong -Ian McKellen-, Lumiere -Ewan McGregor- y, claro está, no se puede dejar de mencionar al verdadero villano de turno, el narcisista Gastón, rol a cargo de Luke Wilson -ysu afeminado ayudante, Le Fou-, inmerso en su alocada carrera por conquistar a la heroína de sus sueños cueste lo que cueste.
Una historia de amor, cargada de falsas apariencias, una fascinación por los libros clásicos -la biblioteca de la Bestia- y el toque gay que le imprime el director Bill Çondon, realizador que ya transitó por el musical enChicago y Dreamgirls, además de Dioses y monstruos, quien demuestra con gran pericia narrativa y generosa producción que las historias clásicas también se reciclan y actualizan.
Las eficaz banda sonora de Alan Menken resuena en la memoria y es acompañada por sincronizadas coreografías, como en la escena del baile, una de las más recordadas del film o, incluso de la versión teatral que se presentó en Buenos Aires.
El enfrentanamiento entre Bestia y Gastón, en las alturas del castillo ensombrecido, contrasta con la caída de un pétalo de rosa que augura un final emocionante, entre luchas, canto, bailes y moraleja final.