Las comparaciones son horribles, pero esta nueva producción de Disney va a ser víctima de su predecesora, en especial cuando se trata de uno de los clásicos más grandes de la factoría; uno que incluso logró colarse entre las nominadas a la Mejor Película en los Premios de la Academia. A ver, en rasgos generales quizás tiene más cosas positivas que negativas, pero si nos ponemos quisquillosos, La Bella y la bestia es una historia que merece ser bien contada.
Hay un grave error que a mi criterio han cometido en la versión live-action de este film, y ese es el haber optado por elaborar el rostro del protagonista en CGI o post-producción. Las expresiones de los dos personajes centrales son uno de los rasgos más importantes de la historia; el amor, la compasión, el respeto… Lamentablemente, todo ello queda perdido en una cara peluda que aunque tiene una voz espectacular desperdicia una mirada perlada que es única, como la que tiene el actor Dan Stevens.
Si uno piensa en las inmensas posibilidades que el cine les otorga hoy a los realizadores, pues es difícil perdonar ese detalle. En el mismo plano, la elección de Emma Watson para interpretar a una de las princesas más icónicas se basa en su popularidad y en un ejemplo de buena respuesta por parte de la audiencia, sin embargo, no se destaca ni actuando ni cantando. Fuera de esos dos grandes puntos a prestar atención, Beauty and the beast es una película tan encantadora que parece jamás envejecer.
En el aspecto musical no hay por qué ser críticos; todo tan impecable como desde sus orígenes, incluyendo un casting de voces envidiable que logra lucirse en cada minuto de fantasía: Ewan McGregor como Lumière, Ian McKellen como Din Dón, Emma Thompson como la Sra. Potts, Stanley Tucci como el Maestro Cadenza (creado especialmente para esta película), Audra McDonald como el Guardarropas y Gugu Mbatha-Raw como Plumette (mención especial para el siempre tierno niño que presta su voz a Chip). En concordancia con la vanidad, Luke Evans se destaca enormemente con su labor de Gaston, aunque no hubiese estado mal ver un poco más de piel y bíceps aprovechando las bondades físicas del intérprete, pero en fin, entiendo la calificación familiar que lleva el relato. Eso sí, punto a favor para Josh Gad que nos entrega un LeFou con clarísimas inclinaciones (e intenciones) homosexuales.
En su todo, esta nueva adaptación del mítico cuento de hadas es entretenimiento visual asegurado, pese a que la mayoría sabe cómo empieza y como termina. Sé que no tardarán en hacer una versión mucho más oscura de la historia, al menos cuando a la compañía se le agote la labor que está haciendo con todo el resto de los famosos Disney Classics; pero es ahí cuando llega la confusión, ya que uno se pregunta cómo es que se haya elaborado una versión tan impactante de El Libro de la Selva y que al mismo tiempo no se pueda tener una bestia decente… Misterios que nunca serán resueltos pero que confirman un poderío que va mucho más allá de hacer o no bien las cosas, porque de seguro no serán pérdidas lo que estos personajes le generarán a la empresa del Ratón Mickey. Como dice el dicho: Más vale malo conocido… Esta Bella y esta Bestia respetan el brillo de un queridísimo y hermoso relato de antaño (tale as old as time) cuya magia se mantiene intacta por generaciones y generaciones.