La historia de La Bella y la Bestia fue adaptada numerosas veces en el cine y la televisión con muy buenas producciones que trabajaron con distintos enfoques la clásica novela de Jeanne-Marie Leprince de Beaumont.
No recuerdo haber visto un film malo que se haya basado en este relato. En la actualidad las versiones más populares son el musical de Disney de 1991 y la serie de televisión de los años ´80 que protagonizaron Linda Hamilton y Ron Perlman.
El espectador más cinéfilo y fanático del género de fantasía seguramente elegirá la obra maestra de Jean Cocteau, de 1946, que sobresalió por el extraordinario diseño de producción y los efectos de maquillaje de la Bestia que tuvieran una enorme influencia en centenares de producciones que vinieron después.
Esta nueva producción francesa que llega a los cines fue dirigida por Christophe Gans, responsable de Necromicon, Silent Hill y ese entretenido y subestimado film de artes marciales y aventuras que fue Pacto de Lobos.
La película de Gans adapta con bastante fidelidad la novela original de Leprice de Beaumont al mismo tiempo que expande el origen de los personajes principales, algo que no se había explorado con tanto detalle en ninguno de los filmes anteriores.
Si bien el conflicto central no fue alterado, estos cambios que aportaron en la trama el director y la guionista Sandra Vo-Anh contribuyeron a recrear esta historia desde una óptica diferente.
Christophe Gans es un cineasta que suele enfocarse mucho en los aspectos visuales de sus filmes, donde por lo general encontramos las mayores virtudes de sus películas.
La Bella y la Bestia es claramente su producción más ambiciosa y ofrece secuencias extraordinarias.
Toda la ambientación de cuentos de hadas que le dio a la película es excelente y ya desde las primeras escenas, la narración de Gans te envuelve en ese universo de fantasía en el que transcurre la trama.
Hay momentos imponentes, como la escena en que Bella se adentra en los terrenos donde vive la misteriosa Bestia, que sobresalen por el impecable trabajo en el diseño de producción y la fotografía.
El realizador francés puso muchísimo empeño en capturar los elementos mágicos de esta historia a través de los decorados, los vestuarios y la música que contribuyen a transportar al espectador a ese mundo tan especial y fascinante donde se desarrolla el conflicto.
A nivel visual esta producción es un ejemplo brillante de como deberían verse las propuestas basadas en cuentos de hadas.
Un punto débil de la película de Gans es el casting de la pareja protagónica, conformada por Vicent Cassel y Léa Seydoux, una de la nuevas chicas Bond que próximamente aparecerá en Spectre.
Aunque los artistas presentan interpretaciones muy correctas, la química entre ellos brilló por su ausencia y esto generó que la historia de amor entre los personajes principales no tenga el peso que uno hubiera esperado.
En esta cuestión pesó también el hecho que esta versión se concentra en la historia de la Bella y el protagonista masculino tuvo un rol más secundario.
Por otra parte, desde los aspectos técnicos hay algunos efectos digitales que se ven artificiales y arruinan la atmósfera que había creado el director con las ambientaciones reales porque generan distracción. Es curioso que una superproducción importante como esta no pudiera ofrecer efectos de CGI más decentes.
Afortunadamente este problema sólo se percibe en algunos momentos puntuales que tampoco arruinan la visión general de la película.
Antes que esas aberraciones que fueron Maléfica (o Gatúbela con hadas) y la Blancanieves de Tarsen Singh con Julia Roberts, esta producción es mucho más decente.
Con todas sus imperfecciones La Bella y la Bestia logra brindar una excelente propuesta de fantasía y merece su recomendación.