Una visión del cuento clásico descollante a nivel visual, pero no tanto a nivel narrativo.
La historia de La Bella y la Bestia ha sido adaptada una incontable cantidad de veces en distintos formatos, siendo la más patente la versión animada de Disney estrenada en 1991 y hasta hay quienes nos acordamos de la serie de televisión de los 80, protagonizada por Linda Hamilton y Ron Perlman. Pero el objeto de esta reseña es una adaptación hecha en el propio país de origen del cuento base (la segunda de hecho, Jean Cocteau hizo una en 1946). Estamos hablando de una película que tiene un nivel visual que no tiene absolutamente nada, pero nada que envidiarle a Hollywood. Ahora sí, el guion, ese es otro cantar.
Bestialmente Densa
Esta iteración de La Bella y la Bestia cuenta la historia de un mercader venido a menos (Andre Dussollier), que regresando de un negocio frustrado, termina en unos jardines que pertenecen a una descomunal bestia antropomorfa (Vincent Cassel). Cuando el mercader se roba una rosa, la Bestia lo amenaza de muerte. Su hija más joven, Bella (Lea Seydoux), se ofrece a tomar el lugar de su padre para pagar esa deuda. Al hacerlo, lenta pero seguramente, descubrirá la historia detrás de la bestia y la terrible maldición que la aqueja.
El guion de La Bella y la Bestia es terriblemente denso. Tiene una introducción demasiado larga para su bien, y tiene un segundo acto que prácticamente es una meseta salvo por el ocasional flashback que retrata los orígenes de la bestia; a mi entender el único punto alto narrativo de la película. Hay un tercer acto que desarrolla algo de acción, pero no logra brillar o destacar precisamente por las falencias de los dos actos anteriores.
La relación entre los personajes es prácticamente nula, al igual que el desarrollo de su único villano y por lo tanto, la resolución de la historia se siente completamente forzada. Uno entiende las motivaciones de los personajes, pero lamentablemente uno no se termina involucrando y menos que menos preocupando si consiguen sus objetivos o aprenden sus lecciones.
Bellas imágenes… solo eso
A pesar de las muchas reservas que tengo sobre el ritmo y el desarrollo de su guion no puedo negar que el aspecto estético de La Bella y la Bestia es impecable, verdaderamente impecable. Una fotografía que sabe crear un ambiente, pero por sobre todas las cosas una dirección de arte de increíble detalle; al mismo nivel de (e incluso superando) la producción cinematográfica más cara de Hollywood. La caracterización de la Bestia es un trabajo de maquillaje sin fisuras.
El trabajo actoral es decente. Es decir, Lea Seydoux, Vincent Cassel, Andre Dussollier y Eduardo Noriega entregan más profesionalismo que emoción. Si no consiguen esto último es, infortunadamente, porque el problema no es de ellos sino del guion con el que tuvieron que trabajar.
Conclusión
La Bella y la Bestia es una película más para adolescentes y adultos que para niños pequeños. Aun a pesar de su descollante aspecto visual y sus correctas actuaciones, su desarrollo narrativo deja mucho que desear.