Que La bicicleta verde sea el primer film producido en Arabia Saudita ya constituye toda una curiosidad. Y lo es doblemente si se tiene en cuenta que se trata de una obra realizada por una directora y que además aborda un tema tan polémico como la situación de la mujer en una sociedad monárquica que adhiere de la manera más rigurosa y completa a los preceptos islámicos. Así y todo, lo que por sobre todo llama la atención en esta suerte de fábula realista son sus valores cinematográficos, el encanto y la inteligencia de su historia, la naturalidad con que desliza sus observaciones sobre la rutina diaria y la sutil delicadeza con que filtra sus pinceladas tenuemente críticas.
Porque Wadjda, la protagonista, muestra a pesar de su corta edad (12 años) una personalidad definida: ella es la única que lleva la cabeza descubierta entre sus compañeras de estudios vestidas con largas túnicas negras; la única que en lugar de zapatos calza zapatillas de básquet, y por supuesto la única capaz de abrigar un sueño imposible para las de su género: quiere tener una bicicleta y sabe muy bien por qué. Se lo ha dicho a Abdullah, el vecino que montado en la suya le gana todas las carreras; "Cuando tenga mi bicicleta, te ganaré: entonces seremos iguales". Difícil exponer con mayor claridad el problema central que padece por el solo hecho de ser mujer y, por ello tener un destino restringido a ser esposa y madre.
Wadjda es muy inteligente y sabrá valerse de ese don para resolver la cuestión. Porque además cuenta, como bien saben sus padres, con una invencible tenacidad. Y cuando en su escuela se establezca un certamen de recitación del Corán decide participar. Quien gane se llevará un premio suficiente en riyales saudíes para concretar su sueño. Es decir que el mismo sistema teocrático que le niega el derecho a conducir podría proporcionarle el acceso al ansiado vehículo. Es uno de los grandes aciertos del guión, que no se reduce a la peripecia de Wadjda para exponer las diferencias que hay entre los privilegios de que gozan los varones y las restricciones que limitan a las mujeres.
El film muestra la vida de una familia saudita de clase media, incluidos la intimidad familiar, el conflicto que genera la decisión del padre de reincidir en el matrimonio, la coexistencia de antiguas tradiciones y la rutina de las mujeres que trabajan en una ciudad moderna de estos tiempos de globalización y TV omnipresente. En su sencillez y su verdad despojada de artificios, el film de Haifaa Al Mansour , colmado de apuntes inesperados, trae cierta reminiscencia de las primeras películas de Kiarostami.
Waad Mohammed tiene la desenvoltura y la pizca de malicia que pedía el personaje de la encantadora Wadjda y en general puede decirse que todo el elenco (el sector femenino en especial, que con tanta precisión y tanta sutileza define el ceñido espacio concedido a la mujer) fue tan bien seleccionado como dirigido.