Un canto a la igualdad sencillo y emotivo
De entrada un pequeño tirón de orejas a quien decidió titular, tanto en España como ahora en Argentina, la original Wadja por La bicicleta verde. Si partimos de la base que nos hallamos ante un film en el que se reivindica la figura de la mujer en una sociedad como la saudita donde el machismo campea a sus anchas, que menos que mantener en lo más alto de las críticas el nombre de la niña protagonista, y no derivar en el que durante buena parte de la trama se convierte en su obsesivo objeto de deseo, una bicicleta con la que poder echarle una carrera a su mejor amigo. Wadja representa un futuro que por desgracia todavía está a años luz de materializarse en Arabia Saudí.
Si bien es cierto que soplan vientos de cambio, estos todavía se encuentran en fase iniciática, ahogados por una serie de tradiciones arcaicas que todavía están demasiado arraigadas en la población (y para muestra un botón, pues debido a las estrictas normas del país, en algunas de las locaciones del rodaje la directora tuvo que dirigir a los hombres desde una camioneta con un walkie-talkie, pues aún hoy en día existen zonas en el país que no permiten la mezcla de hombres y mujeres).
El film se beneficia a la hora de su valoración poco objetiva del hecho de ser la primera producción realizada por una mujer en Arabia Saudí, lo que sin duda es un mérito incuestionable dado que en Arabia Saudí las salas de cine estuvieron prohibidas durante treinta años y sólo desde hace 5 empezaron a abrirse algunas, a tientas tímidas y, obviamente, plegadas a la segregación que impone la ley nacional entre hombres y mujeres. Por eso tan sólo nos queda aplaudir la valentía y el arrojo de Haifaa Al Mansour -hija del poeta Abdul Rahman Mansour, quien la introdujo en las películas de vídeo-, a la hora de levantar un proyecto como éste en unas circunstancias tan complicadas.
Por supuesto los Festivales que han tenido la oportunidad de proyectar el film se han apresurado a recibir con entusiasmo tan atípica propuesta, y resulta extraño que no reciba algún premio en cualquiera de los certámenes en que se presenta: en 2012 recibió el premio CinemAvvenire a mejor película; premio CICAE y premio Interfilm en la Muestra Internacional de Arte Cinematográfico de Venecia; el premio Muhr Arab a mejor película y mejor actriz en el Festival Internacional de cine de Dubai; y el premio Netpac junto a una mención especial de la directora, en el Festival de Cine Noches Negras de Tallín.
El desarrollo de la trama se beneficia de una historia que sorprende por sus constantes apuntes sociológicos, salpicados por una crítica soterrada que encuentra su máxima expresión en los jugosos diálogos que se establecen entre los niños que aparecen en el film. La conversación que mantienen los dos amigos sobre lo idóneo de ser un mártir para poder ganarse la bendición de Alá y vivir en el más allá rodeado de lujo y comodidades no tiene precio, así como la incomprensión por parte de la heroína de la función cuando los mayores sufren los avatares de unas leyes que parecen dictadas en épocas prehistóricas.
Aunque no interesará a todos los públicos, La bicicleta verde resulta una película muy recomendable ya sea por sus cualidades cinematográficas, que las tiene, o para conocer otro mundo. Además huye de dramatismos presentando la realidad de forma alegre y con cierta esperanza, sin caer nunca en el aburrimiento ni en la reiteración.