Dentro del misógino y hostil ambiente que le aguarda a la mujer en lugares tan temerosos de Dios como ser Arabia Saudita, los logros de una película como Wadjda relucen, y mucho. Ya suficiente con ser la primera de su clase en ser filmada íntegramente en Arabia Saudita, pero también el primer largometraje de Haifaa Al-Mansour, convirtiéndola en la primera mujer en su país en dirigir. Por si esto no fuese poco, el cuento que nos narra el film es uno lleno de sutiles llamadas de atención a un régimen religioso que empuja a la mujer a ser un mero objeto, a la vez que una pequeña preadolescente se fuerza por cambiar su situación a toda costa.
El poderío narrativo de Wadjda, además de su simple pero directa historia, es su protagonista. En su primer papel, Waad Mohammed entrega una deliciosa construcción muy fresca y pícara como la protagonista absoluta del film, una jovencita que no se detiene ante nada ni nadie para conseguir lo que más anhela: una bicicleta verde. Lamentablemente, está muy mal visto que una chica de su edad juegue con una bicicleta, así que a los problemas de reunir el dinero suficiente para comprarla se le suman el de una sociedad que la tiene bajo la mira por ser un poco diferente, sobretodo la mirada adusta de Ms. Hussa, la directora -una correcta y creíble Ahd-. Como si fuese poco, Wadjda debe lidiar y ser testigo ocular de los problemas entre su madre y su padre, él estando en la posición de elegir tener una segunda esposa que le otorgue un heredero varón, ya que su actual mujer no puede concebir más hijos.
Con una mirada lo suficientemente ácida para atacar el epicentro de las ridículas costumbres de la sociedad en la que se crió, Al-Mansour dirige Wadjda con sapiencia y aplomo. A partir de un guión de su propia factura, el relato es lo suficientemente cálido frente a situaciones tan severas como humillantes para la mujer, todo desde la visión de nuestra entrañable protagonista. Wadjda es una joven común y corriente, pero simplemente no encaja dentro de los férreos preceptos de su sociedad, lo cual causa un sinfín de reprimendas que la joven soporta con honor y los enfrenta con total dignidad, lo que implica los momentos más deliciosos de la película. La tarea de la directora no fue para nada fácil en su afán de construir un realismo absoluto. Al no poder mezclarse con el género masculino, hubo momentos en el que la directora tuvo que filmar desde el interior de una camioneta, detalles que resultan totalmente significativos y enaltecen el mensaje del film aún más.
Wadjda es un gran canto de libertad e igualdad, que no llegó a ser seleccionada oficialmente para los últimos Oscars -quedó en semifinales- pero que vale la pena disfrutar, a pesar de que el tópico y las vicisitudes de Medio Oriente enerven, enojen y enfurezcan. Amamos a Wadjda, ¿ustedes no? Esperen a conocerla.