Con un comienzo inquietante y vertiginoso, La bóveda intenta fusionar dos historias que parecen irreconciliables: un relato de acción con el ambicioso robo al banco Centurion Trust que arrastra un pasado sangriento y fantasmagórico ocurrido en 1982, y otro con fantasmas vengativos.
Dos hermanas Leah -Francesca Eastwood, hija de Clint- y Vee -Taryn Manning- deciden robar un banco para salvar la vida de su hermano que debe dinero en esta historia que pone al descubierto ambiciones, necesidades y enfrentamientos entre los personajes cuando no encuentran el dinero deseado. Siguiendo la sugerencia del Gerente del Banco Ed Mass -James Franco-, la banda se dirige entonces a la bóveda ubicada en el sótano sin saber que algo malvado se esconde ahí.
En una entidad en la que los cajeros no duran demasiado y escuchan ruidos extraños, el ingreso del grupo comando encapuchado -lo más destacado de la película- está dispuesto a todo sin imaginar que lo sobrenatural los espera escalones abajo.
En La bóveda, el clima de suspenso del inicio deja lugar a los clichés del género de terror, entre figuras enmascaradas que se deslizan en el subsuelo causando sobresaltos y borrando la atmósfera conseguida en la primera parte del relato. Son como dos películas en una que comete el peor de los pecados: se adivina el final, entre pasillos lúgubres, bolsas de dinero y un pasado fantasmagórico que vuelve para quedarse.