CORRALITO
Una hermana, Taryn Manning (Orange Is the New Black), simulando una queja como clienta y la otra, Francesca Eastwood, teniendo una entrevista laboral con el gerente, toman un banco por asalto con la ayuda de su otro hermano, Scott Haze (Midnight Special), y dos cómplices. El objetivo es llevarse medio millón de dolares de los que inicialmente consiguen juntar menos de 100 mil de una pequeña caja fuerte.
Cuando las rencillas y reproches internos de la banda comienzan a escalar, interrumpe la sorpresiva ayuda del subgerente Ed Maas (James Franco) que los asesora con la logística no sólo de seguridad, sino monetaria. El problema es que Maas no les ha comunicado a los ladrones el pequeño secreto que habita el sotano del Centurion Trust.
En tiempos con la efectividad de La Casa de Papel ( 2017) -que, nota aparte, las alabanzas merecen una larga discusión-, la película de Dan Bush rápidamente se perfila como una de atracos y justo cuando necesita un giro narrativo, muta al género terrorifíco.
Entonces la expectativa de la propuesta inicial se desinfla al ver que tanto el grueso de la trama y los géneros que pretende abarcar se recorren a fuerza de sustos, golpes de efecto y poco mas. La Bóveda propone temas y temáticas que nunca llega a completar, sobre todo ese comienzo prometedor con una pálido juego de colores y un pulso intenso que la acercan mas a Sicario (Denis Villeneuve, 2016) o Triple 9 (John Hillcoat, 2016).
Sin embargo, esta intensidad se desvanece en minutos y Dan Bush deja lugar a un pobre desarrollo general de la narración, que encuentra problemas en su ritmo – por momentos se embarulla en las tramas que despliega -, en sus personajes – pobre desarrollo y motivaciones poco creíbles – y sobre todo en la ejecución de su trama principal.
Lo único que rescata a esta novedosa idea de fallida ejecución es que La Bóveda es coherente con la duración de lo que propone, el guión de Dan Bush y Conal Byrne tiene poco que decir. Y eso es respetado a rajatabla.
Por Pablo S. Pons