La bóveda: historia de un robo espectral
El intento de revitalizar los géneros tradicionales a como dé lugar, mezclándolos entre sí o abordándolos desde un prisma paródico, ha llegado con La bóveda casi al paroxismo. Es cierto que es una película de austera producción y con una corta participación de James Franco como principal atracción, pero el intento de combinar el cine de asaltos con el terror fantasmal aquí es clave. El director Dan Bush y su guionista Conal Byrne trenzan elementos de ambos universos, construyendo secuencias logradas y otras menos interesantes.
Cinco delincuentes asaltan un banco y la tensión de la toma de rehenes se combina con enfrentamientos internos y una historia familiar que atraviesa todo ese plan bastante improvisado. La aventura se pone espectral cuando los ladrones se internan en una bóveda subterránea del edificio. Lo que más afecta a la película son los inexplicables volantazos de guion que se suceden hacia el final, y el abuso de esas presencias terroríficas que mientras eran sugeridas permitían explotar una atmósfera de peligro que mucho tiene de pesadilla interior.