La Bruja se desarrolla en la Nueva Inglaterra del 1600, cuando una familia devotamente cristiana se ve amenazada por las fuerzas de la brujería y la magia negra. Esta sin dudas no es una típica película de horror, aquí no se apela a los lugares comunes del género para hacer saltar al espectador de la butaca. Robert Eggers, el director, construye un ambiente sobrenatural minimalista e inquietante. Sin necesidad de grandes dosis de hemoglobina ni efectos espectaculares, la atmósfera de realidad del filme, narrada con tiempos largos y climas cercanos al "dogma" puede atentar contra los fanáticos del terror extremo y más explícito; pero la realidad es que esta cinta perturbadora es una bocanada de aire fresco entre tantos zombies, vampiros y poseídos recurrentes de la pantalla grande.