Si bien hay muchas partes de la historia de Estados Unidos que son famosas en el resto del mundo a fuerza de repetición, una serie de eventos específica aunque no muchas veces representada es igual de célebre: la caza de brujas en Salem. La figura de la bruja del imaginario popular actual está basada en el Antiguo Testamento: es esencialmente la de una mujer que adora al Diablo, no vive bajo las leyes cristianas y practica la magia. También vuela en escoba, usa un sombrero puntiagudo y tiene un gato negro. A veces es verde y tiene la nariz muy larga. Este ahora simpático personaje de cuento infantil lograba en una época amedrentar hasta al más osado conquistador.
Es el siglo XVII, y William, un puritano es expulsado de su comunidad junto con su familia hacia las tierras hostiles del Nuevo Mundo. La devoción a Dios rige duramente sus vidas, no sólo la de los padres que la inculcan, sino también la de los hijos, que la respetan tanto como su edad y curiosidad natural lo permiten. Cuando bajo circunstancias misteriosas desaparece el recién nacido, secretos familiares e inseguridades religiosas comienzan a salir a la luz. Los dos hijos menores dicen que el macho cabrío de la granja les habla y es así como empiezan a lanzarse serias acusaciones de brujería entre ellos.
Algunas veces el cine de terror no es necesariamente pura violencia, sangre o monstruos espantosos. La mayoría de las veces sí y es por eso que a los realizadores les cuesta cada vez más crear historias y universos en los que el espectador sea cautivado. Se olvidan de que la misma técnica no funciona dos veces contra un caballero, y los sustos que otrora dejaban al público sin sueño están ya relegados a la parodia y el ridículo. Es por esto que el terror de las nuevas generaciones debió buscar otro punto de apoyo desde el que crear las pesadillas de hoy: la atmósfera.
Películas celebradas como The Babadook o videojuegos como Silent Hill descansan fuertemente sobre las elecciones estéticas y la musicalización, entre otras herramientas. Las escenografías de The Witch, un bosque canadiense disfrazado de Nueva Inglaterra y el interior de una cabaña de época iluminada sólo con velas, colaboran con el temor que la trama instiga. El enrarecimiento que produce la fotografía (también muy perceptible en la película Foxcatcher, que no es del género de terror) deja al espectador solo entre la rígida sociedad del siglo XVII y el terreno hostil en el que la ubican, lejos de todo confort conocido.
Son muchos los temas que pululan por debajo de la trama de horror de The Witch. No solamente nos cuentan la historia de esta familia caída en desgracia, sino que son muy evidentes otros asuntos que conciernen al público actual. La dimensión religiosa tiene mucha importancia explícita, pero también hay desarrollo de temas como el hombre contra la naturaleza, lo enfermizo del modelo familiar al principio de la Edad Moderna, la posición de la mujer dentro de este modelo y el de la sociedad en general o el camino que los niños recorren para volverse adultos. El miedo casi supersticioso al Diablo y cualquier cosa que tenga que ver con él tiñe intensamente la vida de todos los personajes, ilustrando para el público de manera negativa una situación que no todos llegan a experimentar en la vida real. Exponer que hasta los más beatos son criaturas de pecado, según algunas creencias, produce una sensación de intranquilidad sumamente palpable, ya que es algo que hasta el día de hoy rige la vida de muchas personas. Es parte de la realidad de la historia humana.
El director y guionista de The Witch es Robert Eggers, una figura 100% nueva en el mundo audiovisual. No sólo es su debut en estas dos disciplinas, sino que su única experiencia en la escena viene desde el lado del diseño de vestuario y la producción, dos cosas que se notan mucho en esta obra. En más de una entrevista cuenta que la idea de esta película surge de su fijación personal con la figura de la bruja en el folklore. Durante alrededor de cuatro años investigó tanto en museos como leyendo textos de la época, para que The Witch sea lo más fiel posible al período en el que se ubica. Es por esto que los diálogos suenan extremadamente antiguos: muchas de las frases utilizadas fueron tomadas directamente de los registros históricos que se hicieron durante los juicios a brujas en aquella época. The Witch ganó en el Festival de Sundance 2015 el premio a Mejor Drama de Estados Unidos. Aún con su currículum breve, Eggers ya está asignado para dirigir una remake del clásico Nosferatu sin fecha definida de estreno todavía.
Los actores principales adultos son Ralph Ineson y Kate Dickie, conocidos ambos por sus papeles en Game of Thrones pero con carreras largas y célebres en el Reino Unido. Anya Taylor-Joy, que interpreta a su hija mayor, tiene poquísima experiencia pero su trabajo en esta película es excelente. Juntos construyen situaciones tan aterradoras como cualquiera de las otras partes que componen el film y se evidencian como esenciales para la ambientación. Sin duda se convertirá en un clásico del género.