Terror que vale la pena en "La bruja"
Es el año 1630, Nueva Inglaterra. William (Ralph Ineson) es un granjero muy devoto que es echado por hereje de la comunidad junto con su esposa Katherine (Kate Dickie), su hija mayor Thomasin (Anya Taylor-Joy), su hijo Caleb (Harvey Scrimshaw), y los gemelos Mercy (Ellie Grainger) y Jonas (Lucas Dawson).
Unos meses más tarde, la familia vive y trabaja en una granja que construyeron muy cerca del bosque y además tienen a un nuevo integrante, el bebé Samuel. Pero todo se empieza a desmoronar con la desaparición del pequeño, que fue secuestrado por una bruja.
Al principio se aferran a su desmedida fe y dicen sus plegarias para protegerse, pero lentamente todo se va a ir desmoronando. Muy pronto sus sospechas sobre que algo maligno los acecha comenzarán a corroborarse.
Primera gran película para el debutante Robert Eggers, que casi que nos instruye de cómo se fueron forjando -o la idea- los nefastos juicios por brujería de Salem ocurridos en los condados de Essex, Suffolk, y Middlesex, entre febrero de 1692 y mayo de 1693. Y la alusión a ese hecho es que lo que pasó ahí fue culpa de una gran "ignorancia", por simplificarlo de alguna manera.
Eggers nos muestra a una familia cuya doctrina se basa en que todos son pecadores innatos y que todo lo que les pasa básicamente es por esto.
Además de la fe ciega, también están los elementos como el despertar sexual de la hija, el miedo a lo desconocido, la hambruna que pasan, el bosque inmenso y siniestro, entre otros, que son parte de un pilar que va depositando lentamente al espectador en un clima sofocante y asfixiante.
"La bruja" es más un largometraje de sensaciones que de terror en sí. Todo se intuye, nada se muestra explícitamente, no hay golpes de efecto o de sonido para sostener las sensaciones. Podría decirse que el realizador apela a los miedos más primitivos del ser humano y hace que salgan a la luz. Y ese logro es sorprendente. Tanto que, cuando termina el filme, uno recuerda las palabras iniciales que dice que la película se basa en diálogos y escritos de esa época y esas palabras toman un sentido más tenebroso.
También hay que decir que el casting es fabuloso, y todos están perfectos en sus roles. Habrá que seguir las carreras de Harvey Scrimshaw y Anya Taylor-Joy, quien dicho sea de paso tiene raíces argentinas y se pasó la mitad de su vida entre Inglaterra y nuestro país.
Por si les sirve como referencia, Stephen King dijo que lo aterró esta película. Y el grupo The Satanic Temple la promocionó y realizó varias proyecciones de ella.
Jex Blackmore, su vocero, manifestó que el largometraje es "una impresionante presentación de la visión satánica que pondrá al corriente a la discusión contemporánea de la experiencia religiosa". ¿Sintieron escalofríos?
No hay últimamente mucho buen exponente del cine de terror, y una vez que alguno merece nuestro respeto no hay que dejarlo pasar. Vayan tranquilos que, en definitiva, las brujas no existen…. Pero que las hay….