La bruja

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

Creer para no ver

"La bruja" relata la historia de una familia devotamente cristiana de Nueva Inglaterra que se ve amenazada por las fuerzas de la magia negra. Este filme es, por mérito propio y ausencia de virtudes ajenas, una bocanada de aire fresco en el difícil arte de asustar.

En una era en la que el terror ya no da miedo, la dificultad de hacer cine en este género es mayor con cada largometraje que se lanza al mercado. En 2015 hubo 25 estrenos que llegaron a las salas, y este año la cifra será parecida. Es por ello que, muy esperada, “La bruja” es, por mérito propio y ausencia de virtudes ajenas, una bocanada de aire fresco en el difícil arte de asustar. La esencia del triunfo quizás sea volver a las raíces en forma literal y trabajar con lo que podía dar escalofríos en la época colonial estadounidense y relatar una historia que genera ansiedad por su lentitud y encuentra su fuerte en lo minimalista. En otras palabras, con herramientas que podrían ser defectos, el director Robert Eggers logra grandes climas aprovechando al máximo sus recursos.

Aislado

Un granjero es excomulgado de la iglesia y debe abandonar, junto a su familia, la aldea en la que viven. Se establecen alejados de todo y en las cercanías de un bosque deshabitado pensando que la tranquilidad volverá a sus vidas, sin saber que en la zona algo oscuro e inexplicable para su visión teocentrista pondrá a prueba su familia. El hijo recién nacido desaparece sin dejar rastro cuando estaba al cuidado de su hermana, lo que la hace sospechosa de brujería. Sin embargo, el comportamiento extraño de los animales de la granja, incluso de los más tiernos como los conejos, provocarán dudas en otros integrantes de la familia. Los padres se verán en la tarea de juzgar a sus propios hijos, pero sus dudas variarán todo el tiempo pues su fe ciega en Dios los hace incapaces de tratar con lógica cualquier situación que se les presente. Lo cierto es que esa forma sesgada atrapa, porque de esa manera se nos presenta en pantalla, mostrándonos sólo un poco más de lo que ven los personajes pero sin poder atar cabos hasta el final. Es interesante que por más que las bases del filme sea retratar una familia ultracreyente, no nos paramos frente al terror religioso en todo su eje, sino que esa estructura sólo sirve para enclaustrar sus creencias, que forjarán las consecuencias que descubriremos a lo largo de los pocos más de 90 minutos que dura el filme.