Terror, como el de antes
Transcurre en una granja cercana a un bosque, por 1630: se puede meter miedo sin ser irritante.
Para quienes aún creemos que el cine de terror no tiene que ser una catarata de vísceras, sangre y miembros desmembrados, y que la tensión puede ser agobiante sin llegar a la irritación, La bruja es lo que estábamos esperando.
Aunque el afiche local e internacional muestre la silueta desnuda y de espaldas de una joven, esa mujer nada tiene que ver con Thomasin (Anya Taylor-Joy, nacida en Miami, pero que ha vivido mucho tienmpo en la Argentina). La carga no es sexual, y tampoco es un filme erótico. El terror es psicológico, aunque contenga escenas para ponerse los pelos de punta.
Una familia de cierto fanatismo religioso es desterrada de su congregación de una plantación por 1630. Papá, mamá y sus hijos van a vivir a la granja, que limita con un bosque.
Entre los relatos de los mellizos sobre brujas, y la desaparición increíble de un bebé, la creencia religiosa y el temor infundado o con fundamentos gana terreno.
Mucho terreno.
El resultado es una combinación de leyendas de Nueva Inglaterra del siglo XVII, con inmigrantes ingleses y profundamente devotos del cristianismo, que enfrentarían, entonces, poderes malignos.
Thomasin, la adolescente, es el núcleo, porque en ella se centran los miedos -de todos- y algún deseo. Es el personaje que contrasta con el resto de la familia, por un lado por su rebeldía, pero por otro porque es el que está cargado de simbolismo (la femineidad por explotar, la seducción, la contraposición ante el mundo adulto, y también el infantil de sus hermanitos menores).
Escrita y dirigida por Robert Eggers, la construcción es claustrofóbica aunque mucho suceda a campo abierto. La iluminación naturalista se da la mano con la estructura de filme de arte, y cuando el peligro se vuelva más que latente en esta familia que cree fervorosamente en Dios y el Diablo, pero también en las brujas, el clima se tornará exasperante.
Lo único que desdibuja mucho de lo que se cuenta es el desenlace. Eso sí es una lástima.