Casa tomada
El español Víctor García hace su segunda incursión como director de largometraje en una película del año 2013, que originalmente se llamaba Gallows Hill, para luego ser rebautizada The Damned y llegar a nuestro país ahora, a fines de este 2015, bajo el título La cabaña del diablo (2013). Si todos estos traspiés les producen malas vibras, podría ser que sus instintos estén bien afinados.
Todo transcurre en Colombia, a donde David -Peter Facinelli, mejor conocido por su rol en la saga Crepúsculo (2008)- viaja para buscar a su hija (Nathalia Ramos), presentarle a su futura esposa (Sophia Myles) y viajar todos juntos de regreso a Estados Unidos. De camino a Medellín, el grupo –que se completa con la hermana de David y el noviecito de su hija- sufre un accidente automovilístico a causa de un fuerte temporal y se ven forzados a refugiarse es una antigua casa. En su interior vive un anciano, quien misteriosamente tiene a una pequeña niña cautiva en el sótano, por motivos que no lograr explicar de manera convincente. Todo cambia drásticamente cuando el grupo decide liberar a la niña, desconociendo que una fuerza malévola la controla, esperando la llegada de nuevas víctimas.
García es un realizador que hizo sus primeras armas desde el diseño de efectos visuales y su único antecedente como director es Hellraiser: Revelaciones (Hellraiser: Revelations, 2011). Siendo este su primer film con una historia “original”, deja mucho que desear el desarrollo de una trama extremadamente familiar y repetida hasta el cansancio dentro del género de Terror. Si bien el bajo presupuesto del film es notorio y coarta bastante la creatividad, junto con los escasos valores de producción, la historia tampoco se anima a recorrer caminos menos transitados ni entregar algo que esté por encima de previamente expuesto en realizaciones similares.
El guión intenta que cada personaje esconda un secreto turbio que en algún momento del relato es expuesto, pero se siente tan funcional a la trama que no les agrega profundidad ni los hace más queribles a los ojos del espectador. Algo similar ocurre con la lógica interna del film: hay algunas buenas ideas, pero al estar desarrolladas tan superficialmente se pierden dentro de una trama cuyo único objetivo parece ser llevarnos de atropellada a la resolución del conflicto.
Sin un elenco destacable, un diseño de producción atractivo ni una historia que nos atrape, La cabaña del diablo cierra el año para el género de terror que llega a nuestra cartelera con una nota baja. Mejor suerte el año entrante.