El español Víctor García (Hellraiser: Revelations) rodó en Colombia con un presupuesto mínimo (5 millones de dólares) un guión de Richard D'Ovidio (911: Llamada mortal) un correcto aunque demasiado trillado film de terror sobre un norteamericano llamado David Reynolds (Peter Facinelli) que está a punto de casarse por segunda vez y viaja a América Latina para recoger a su hija y llevarla a la boda en Estados Unidos.
De camino hacia Medellín, en medio de una fuerte tormenta con alud, las cinco personas que viajan en un auto sufren un accidente que los obliga a buscar refugio en una vieja hostería en medio de un bosque. El dueño, Felipe (Gustavo Angarita), los recibe sin demasiada amabilidad y pronto los visitantes (y los espectadores) descubrirarán que en verdad oculta un siniestro secreto en el sótano.
Más allá de cierta dignidad en el acabado formal del film (la mezcla del inglés y el castellano, por ejemplo, no da vergüenza ajena), no hay un solo elemento distintivo en el armado de una película a puro elemento reciclado. La presencia diabólica no hace otra cosa que cerrar el círculo de una película menor y efímera que, insólitamente, llega en Navidad con una desmedida salida de 111 copias.