Apresurada remake del film que hizo famoso en 2002 a Eli Roth. Buéh, pibes, cabaña, un virus que se come a la gente y homicidios. No, no es La cabaña del terror (obra maestra de 2013), es otra más que repite ad náuseam elementos tratando de aportar el guiño irónico y sin lograrlo. O que, cuando lo logra, no alcanza para la satisfacción mínima del espectador no hiperfanático. Eso nomás, que le sea leve.