Dos burócratas empleados, de prolija camisa blanca y café en mano, hablan del fin de semana y otros menesteres en un gran edificio corporativo. Uno de ellos le está por contestar algo al otro cuando, de repente y en milésimas de segundo, la imagen se congela y se sobreimprime, rojo sangre y en casi toda la pantalla: “The Cabin in the Woods”, con el agregado de una música escalofriante. Primero nos pegamos un susto bárbaro, porque el golpe de efecto va a ser siempre efectista pero efectivo. Luego nos reímos, porque caímos como perejiles, y porque entendemos el absurdo de querer asustar de manera...