Una mentira inocente con consecuencias letales
Thomas Vinterberg le pone un gran dramatismo psicológico a este film danés casi redondo, en donde Mads Mikkelsen se luce llevando a cabo un papel frío, duro y soberbio.
El relato nos remite a la vida de Lucas, un sujeto de apariencia bonachona, el cual desempeña sus tareas laborales en un jardín de infantes, siendo una especie de compinche de cada uno de los niñitos que acuden cotidianamente a dicho establecimiento. Cuando parece que la suerte lo acompaña al contar con una racha de sucesos positivos y alentadores (comienza una relación amorosa con su compañera, tendrá la tenencia de su hijo), una pequeña patraña emitida por una chiquilla de la guardería cambia radicalmente su rumbo. Una mentira fortuita que lo involucra como abusador sexual de la niña, quien es nada menos que la hija de su mejor amigo. Y, como se suele decir que los chicos no mienten, todo esto se hace una bola en un pueblo que se tiñe de paranoia, desprecio, histeria y desconfianza.
La película posee la capacidad de generar en el espectador diversos tipos de sensaciones poco felices, como estados de impotencia extremos, incomodidad y tensión. Prácticamente no hay una banda sonora que acompañe las escenas, todo pasa por un juego perfecto de diálogos, pausas, espacios en blanco y cruces de miradas que acentúan el dramatismo propio de la narración.
Si bien el andar de las secuencias es manso, esto no perjudica ni incide negativamente en lo absoluto sobre el público, dado que resulta difícil hallar algún pasaje que esté de más; cada acontecimiento o frase que se mencione tiene importancia en la historia. La cinta nos muestra crudamente cómo puede reaccionar la sociedad frente a uno de los más repulsivos delitos que se puedan cometer, así como también el grado de insuficiencia que puede exhibir el acusado ante algo que no tiene manera de demostrar como falso, pese a que no haya cometido semejante obra desagradable.
Un film gélido, de buena factura técnica e inteligentemente construido, que pone en alerta al observador, sumergiéndolo en un mar de percepciones y exaltaciones de principio a fin.
LO MEJOR: la mezcla de sensaciones que genera. La actuación de Mikkelsen.
LO PEOR: hacia el final puede que merezca alguna explicación más detallada de la resolución. Quizás no sea el tipo de película que suscite verla de nuevo.
PUNTAJE: 7,2