Cruel pesadilla con sello de autor
Un inocente, amable e inofensivo maestro de una guardería de algún pueblo del interior de Dinamarca vive una vida solitaria en su enorme casa. Eso lo sabe hasta una nena del jardín, la hija del mejor amigo de este curioso maestro jardinero, la niña que detona esta historia aterradora digna de verse. El asunto es que, sin tener nada que ver con las tradicionales revistas XXX que circulan por todo hogar escandinavo, el pobre hombre termina siendo acusado injustamente de abuso de menores, lo que convierte su vida en una pesadilla.
Tal vez su vida ya era una pesadilla antes: divorciado, sin que su ex mujer le deje ver a su hijo teenager, sin ser capaz de seducir a una doméstica inmigrantre salvo que ésta se le tire encima, este docente siempre está dispuesto a dispararle con su rifle a algún ciervo de los bosques daneses. Dada su exrema bondad, su inclinación a la caza mayor y su triste existencia en una casa inmensa, con la única presencia de su perrita de raza Cocker, y además, capaz de aguantar cualquier acusación injusta sin llamar al Inadi, pero listo para explotar por cualquier pequeñez sin que nunca lo ayude un abogado, el hipotético falso culpable da muy sospechoso. Encima, ¿alguien dejaría a sus chicos en un jardincito al cuidado de un archivillano de James Bond? (el protagonista es Mads Mikkelsen, el mismo que interpretó al ultramalísimo Le Chiffre de la remake de "Casino Royale".
El talento de Thomas Vinterberg consiste en meternos en su clima pesadillesco sin que nadie se plantee demasiado el asunto con la lógica que debería tener un thriller convincente. Sólo la actuación de la nena que se siente eróticamente despechada, tanto como para acusar en falso a su maestro y padrino es electrizante; ella aparece en varios de los momentos imperdibles de una película despareja, pero recomendable por su mezcla de auténtico buen cine europeo hasta conducirnos al corazón de "auteurs" que en los 70 mezclaban morbo y talento.
En realidad el que brilla y sostiene toda la película es Mikkelsen, quien suda la gota gorda para volver creíble cualquier cosa,. Lo que nos lleva a un guión no siempre tenso ni demasiado coherente, pero que constantemente toma direcciones imprevisibles, cuyas aberrantes posibilidades dan miedo en serio. Luego, hay momentos formalmentes descuidados, pero la película parece pensada para más de un par de escenas culminantes, gentileza de la fotografía de Charlotte Bruus Christensen, cuyo solo apellido ayuda a evocar a los maestros del mejor cine escandinavo.
Este film es como una mezcla de melodrama hollywoodense con Bette Davis o Audrey Hepburn (esos que filmaba William Wyler), película de terror del género de "niños diabólicos" (típicamente inglesa, pero universalmente posible, sin olvidar "¿Quién puede matar un nilño?" de Narciso Ibáñez Serrador), y sexploitation de esos italianos magistrales para combinar morbo, provocación y tamices de cine de autor
Igual que el mejor y más puro, y muchas veces totalmente olvidado cine europeo setentista, con "Jagten", el director de "La Celebracion" (gran éxito de taquilla de la franquicia/movimiento cinematográfico hiperpublicitado, el "Dogma"), vuelve a volar alto, pero ya libre de etiquetas. Entre otras cosas, se suponía que las películas del "Dogma" requerían que todo lo que hicieran los actores ante la cámara fuera real, cosa que se demostró falso (por las escenas explícitas de "Los idiotas", con dobles de cuerpos) , lo que todo amante del cine reconocería y celebraría como parte necesaria del show business, en su variante del cine europeo entrecomillado (que en ese momento necesitaba justificar conceptualmente el rodaje en tape, lo que ahora se aplica a todo el mundo).