Con una muy adecuada dirección de actores, el danés Thomas Vinterberg vuelve a su retrato de las relaciones humanas, campo en el que logró notoriedad en su debut de La celebración. Aquí es la historia de un hombre (el perfecto Mads Mikkelsen) que, en plena reconstrucción de su vida, se ve falsamente acusado de pedofilia. Lo importante es el retrato de la paranoia social y que el film pone en tensión la vida real y ese mundo virtual creado por el miedo y el chisme.