(Anexo de crítica)
Quince minutos es apenas el tiempo que se toma "La Cacería" para presentarnos el conflicto a desarrollarse en lo que queda de las dos horas que dura el film y puede decirse que ese corto lapso es el único momento de paz y tranquilidad que vamos a tener, ya que lo que sigue es una de las experiencias más incómodas, inquietantes y brutales que nos ha deparado el cine en mucho tiempo.
Y si alguien sabe como incomodar, ese es Thomas Vinterberg, este director Danés que creara junto a su compatriota Lars Von Trier aquel (hoy desaparecido) movimiento que fué el Dogma 95 y que con "La Celebración" ya nos había entregado una obra tan fuerte, como la que hoy llega a los cines.
No es la primera vez que vemos en pantalla una historia en donde una mentira cambia por completo el curso de una o más vidas, (recuerdan "Expiación...", de Joe Wright?), sin embargo La Cacería, lejos de contarnos una historia de amor con bellos paisajes y colores, nos trae un tema tan actual, como controversial, el abuso de menores. Noviembre
Lucas, de unos cuarenta años está divorciado y mientras lucha por la tenencia de su hijo adolescente, consigue trabajo en una guardería. Le gustan los niños, juega y se divierte jugando con ellos, los cuida, y si a alguno de ellos sus padres se olvidan de pasar a recogerlo, el no tiene problemas en llevarlo a su casa. Como ocurre con Klara, la hija de su mejor amigo y quien será la que haga estallar esa bomba que acabará con la tranquilidad de este pequeño pueblo.
Tras una desilusión y con cierta mezcla de rencor y culpabilidad, Klara de apenas 5 o 6 años (su edad no se menciona) recurre a Grethe, quien esta a cargo del establecimiento y le da a entender con su corta manera de expresarse que Lucas abusó sexualmente de ella.
Como primer medida, Grethe hasta no tener pruebas, solo aparta a Lucas de su labor, para luego informar a los padres de los menores y finalmente a las autoridades. Diciembre. La vida de Lucas ya está completamente arruinada, quienes fueron sus amigos hoy le dan la espalda, ya ni siquiera puede comprar en los negocios del pueblo donde solía hacerlo y hasta se le prohíbe ver a su hijo.
Es humillado, maltratado física y mentalmente por quienes dan por sentado que una duda puede más que una certeza. Y es ahí donde la mano maestra de Vinterberg más acierta.
Cuando más seguros estamos de esa certeza, se las ingenia para hacer brotar en nosotros la duda. Y si Lucas es en verdad culpable? A esta altura poco importa, si una sociedad con la que compartió toda su vida, ya lo condenó.
Mads Mikkelsen (a quien podemos ver en cable como el doctor Lecter en la serie Hannibal), logra una actuación realmente brillante, merecedora de los mejores aplausos, su composición de Lucas es tan auténtica que lo hace un digno y merecido ganador en Cannes 2012.
Y está Anikka Wedderkopp, esa pequeña y enorme actriz que brilla en cada escena que aparece, con esos gestos, miradas y tic nerviosos que solo una gran intérprete puede plasmar en pantalla. Tal vez el final no sea el mejor que se pueda esperar y eso es lo único que se le puede reprochar a Thomas Vinterberg. Pero sin dudas estamos ante un gran film que merece ser visto para debatir y reflexionar, por más que en frente se estrene un tanque con veinte veces mas pantallas que éste.