Existe una expresión en inglés, muy utilizada en términos de marketing, negocios y rondas de creativos que enuncia algo asi como “think out of the box” (“pensar por fuera de la caja”), traduciendo al castellano, “pensar de una manera creativa, nuevo enfoque, no convencional”. Si nos referimos a Richard Kelly, un director a quien podríamos encasillar con ésta frase, debido a que sus dos anteriores largos (no estrenados en carteleras porteñas), Donnie Darko y Las Horas Perdidas (Southland Tales) evidentemente consistieron obras novedosas, apartadas de una estructura tradicional, de múltiples lecturas. La primera, convertida ya en un film de culto, adquirió notoriedad luego de su lanzamiento en formatos hogareños y el famoso “boca a boca”. Su segundo largo, gran flop en la taquilla estadounidense ahondaba sobre temáticas armamentistas con gran ingenio, un cast de afamadas estrellas de cine, considerados por muchos como los peores actores de su generación. ¿Una broma del director?. Lo extraño es que el film es maravilloso, dentro de los mejores que he visto en varios años.
Su tercer largometraje, justamente tiene que ver con una caja.
El pensar por fuera de la misma ya no alcanza, hay que mirar por dentro de ella tambien. El argumento intenta develar qué podría ocurrir ante la posible visita de un extraño a nuestro hogar, dejándonos en la puerta de nuestra vivienda un regalo, una caja con un pulsador y una tarjeta personal, indicando que a “x” hora del día seremos visitados por el dueño del obsequio.
El planteo:
Si oprimes del pulsador, instantáneamente ocurrirán dos cosas.
1)Una persona que desconoces morirá.
2) Se te otorgará de inmediato la suma de 1.000.000 de dólares.
Por más inverosímil que esto pueda parecer es lo que le ocurre a la jóven familia Lewis, integrada por Norma (Cameron Diaz), Arthur (James Marsden) y su pequeño hijo. Actualmente, las finanzas del clan son escasas, Arthur, quien trabaja en un proyecto de construcción de una cámara para un futuro viaje a Marte es desvinculado de un factible ascenso laboral y su mujer, tiene un problema ortopédico de gravedad debido a un accidente ocurrido en su infancia que requiere de costoso tratamiento. De allí en mas, las dudas se acrecentan, la hora de decidir se acerca. ¿Qué hacer? Un millón resolvería los problemas económicos. Personas fallecen a diario y si esa persona fuese desconocida, ¿Cuál sería el efecto sobre nosotros?.
El misterio y suspenso engendrado por el film llega a lugares extremos, es agobiante. Con una estética que remite a films de Cronenberg como La Zona Muerta, al maestro Hitch o Kubrick y al elemento fantástico como en tantos otros films e historias de ciencia ficción u horror. La novela original pertenece a Richard Matheson, el mismo de Soy Leyenda.
Cameron Diaz, una actriz detestable salvo por su particular belleza, aquí demuestra finalmente que en el momento que debe dejar de “ser linda” es cuando mayor se luce, tanto su sobria actuación, con dialogos escasos y convincente actitud, reflejada por una envidiable dirección de actores en función del argumento principal, lejos del divismo. Por su parte, James Marsden también logra desvincularse de sus labores de estrella hollywoodense para dedicarse a una propuesta seria. Frank Langella, como el oferente de la caja, es simplemente perfecto, tiene el físico para el rol, es encargado de expresar los mejores diálogos, aquellos punzantes sobre la temerosa pareja.
El film falla al querer sobreexplicar y embarcarse en una temática que excede a la tan simple e interesante propuesta que se ve en la primera mitad de metraje. Luego de éste punto de quiebre, La Caja Mortal, deja de tener la importancia, credibilidad e interés que supo generar en el espectador. Una palabra muy utilizada para estos casos cinematográficamente hablando es la “pretención”, excesiva en éste caso.