Una de las sorpresas del cine argentino de esta temporada se presentó en la pasada edición del BAFICI como cierre de la programación con una función de gala en el Teatro Colón. El evento incluyó música en vivo con una performance de piano de dos de las protagonistas. LA CALLE DE LOS PIANISTAS es el documental con el que el realizador Mariano Nante retrató a la familia de músicos que integran Karin Lechner, su hija Natasha Binder, el hermano de Karin, Sergio Tiempo, todos ellos herederos de Lyl Tiempo, madre de los hermanos y maestra del instrumento. A la vez, la película está filmada en gran parte en Bruselas, donde ellos viven, justo al lado de la casa de otra gran pianista argentina, nada menos que Martha Argerich.
La película es un retrato de un mundo en el que la música circula como el alimento cotidiano, con ejecutantes que escuchan detrás de las paredes lo que otros hacen, y que hablan, ensayan y se preparan para giras y conciertos. Pero, más que nada, es un retrato de la pequeña y prodigiosa Natasha, que tiene un descomunal talento para su corta edad. Y, especialmente, de la relación con su madre, que la sigue, acompaña y ayuda en sus progresos musicales.
lacalle1El director logró un grado de intimidad con los personajes que es inusual, al punto que parece ni notarse la presencia de la cámara a lo largo del filme, capturando detalles muy personales, especialmente de Natasha y su madre. El centro del filme, además de la calle en cuestión, es el momento que atraviesa la niña, uno en el que tal vez deba decidir si se dedicará por completo a la música o si preferirá tener la vida es un adolescente, digamos, normal. Tomando en cuenta la herencia familiar y el descomunal talento de Binder, de todos modos, no parecen quedar muchas dudas.
Además, es claro que la música se vive en ese núcleo con placer, algo que la transforma en cierto modo en una especie de correctivo de WHIPLASH, el éxito del año pasado que mostraba que para triunfar en el mundo de la música (allí el jazz, aquí, clásica) había, básicamente, que sufrir, trampear, maltratar, agredir y sacrificar cualquier relación personal. LA CALLE DE LOS PIANISTAS no evita esos tópicos. Queda claro que es una carrera que implica sacrificios y esfuerzos, pero una que se vive de manera placentera cuando se hace rodeado de afecto, cariño y comprensión de los profesores, compañeros y de los seres queridos.