Jorge y Mabel forman una pareja que está en plena separación. Ambos están desnudos en la cama, intentando amarse por última vez. Cuerpos que se buscan y no se encuentran son el puntapié dramático del primer largometraje de Mónica Lairana -actriz que se coloca nuevamente detrás de cámara luego de sus cortos Rosa y María-, quien espía de una manera cruda y despojada el mundo privado e íntimo de esta pareja mayor.
La Cama es una osada apuesta desde lo visual, con la presencia de dos actores -Sandra Sandrini y Alejo Mango- casi siempre desnudos frente a los ojos del espectador en un relato que los coloca como protagonistas. Un cine que propone la contemplación y que no siempre resulta cómodo para el espectador en su posición de voyeur.
En esa zona difusa se mueve la directora para narrar las horas crepusculares de una pareja que va desmantelando el hogar con el cartel de "Venta" de la casa y también sus emociones a través de situaciones cotidianas, como revisar discos, mirar fotos, mover muebles y ducharse, y en las que el tiempo parece detenerse.
En una casa cuyas paredes están atravesadas por escasos rayos de luz en un verano muy caluroso, como los que quizás alguna vez iluminaron sus días, ellos esperan al camión de mudanzas mientras dividen sus pertenencias.
Sobre las acciones contenidas, los silencios y los gestos es donde Lairana construye el universo de esta propuesta que escapa a las convenciones del cine tradicional con dos personajes que, a pesar de distanciarse, parecen necesitarse hasta en los más pequeños detalles.