Héroes colectivos para una epopeya
El film cuenta, con evidente anclaje en el melodrama, la historia de los habitantes de un barrio de París que comienzan a transitar un camino de ideales. Se trata de una película emotiva y coral, que respira nostalgia en dos horas de duración.
Frente a tantos héroes individuales que pueblan las imágenes de las salas de cine, con refulgentes y efectistas afiches, descubrir de pronto la existencia de uno como el que nos ofrece La canción de París nos lleva a recuperar vivencias y emociones. Si en los afiches de los films que hoy resultan mas taquilleros sobresalen notas que exaltan una violencia sin límites, un afiche como el del film que hoy comentamos, de Christophe Barratier, realizador de Los coristas nos permite valorizar la presencia de lo colectivo. Y en este caso de los humildes habitantes de un barrio de París que comienzan a transitar un camino de ideales.
No comparto las críticas que han manifestado algunos medios periodísticos al afirmar que este es un film "sensiblero", que en su trama lineal no aporta ninguna novedad. Algunos hablan de esquematismo en el trazado de personajes, de los buenos y los malos. Nada de esto, a mi parecer, está presente en el film; por el contrario su sentido humanista, el planteo de ciertas contradicciones me permiten alejarme de estas observaciones, algunas señaladas con ironía. Pero, así también es el oficio de la crítica: se trata de puntos de vista en tensión.
Y al volver sobre el afiche, recordemos que igual diseño presentaba Los coristas. En éste eran los niños de un internado junto a sus tutores los que estaban frente a la cámara, mirándonos. Ahora, años después los comediantes y vecinos posan bajo las marquesinas del Chansonia, el music hall al que desearon rescatar y remontar. Como en Splendor, de Ettore Scola, declaración de amor al cine.
Film emotivo y coral, La canción de París respira nostalgia a través de dos horas de duración, pero no por ello están ausentes los trazos críticos sobre los comportamientos de la época. Desde el relato de un hombre que en la primera imagen se encuentra en la seccional de Policía para prestar declaración, la acción nos traslada a la última noche de del año de 1935, a un barrio de Paris (¡El barrio!, para el narrador) en la que ya nos son presentadas algunas conductas que funcionan desde diferentes posiciones y que llevan a una situación trágica.
Tras estos acontecimientos, y ya en el gobierno el Frente Popular con sus conquistas obreras y ese clima de fervorosa libertad comenzarán a amenazar la existencia cotidiana los grupos seguidores de los regímenes totalitarios que se van extendiendo por algunos países europeos. Christophe Barratier, apoyado en la memoria histórica de su padre, a quien dedica el film, va marcando los conflictos de una época y apuesta decididamente por los desplazados, por los humildes, por los que sostienen sus banderas de lucha.
La canción de Paris no sólo le hace guiños al melodrama, sino que el film no oculta su deseo de ser así. Igualmente las notas de comedia sonríen a la cotidianeidad desde sus personajes vecinos y las notas de un acordeón que permanecerá más allá del final del film. Pero igualmente el París que tenemos ante nuestros ojos no es ya el París real. Ante un mundo en permanente transformación, el equipo tuvo que trasladarse a Praga y recrear aquellos años. En las palabras del propio realizador leemos: "En la película evoco el ambiente popular que se respiraba en los arrabales parisinos de Montmartre y Bellville durante esos años. Sin embargo París ha cambiado tanto que resultó imposible encontrar escenarios naturales".
Coproducida por el actor y director Jacques Perrin, igualmente actor de Los coristas y de Cinema Paradiso (el personaje de Totó ya adulto), La canción de París nos lleva de la mano de la comedia musical a la manera de un carrousel, desde las pruebas actorales hasta el montaje de números de imitación y solistas hasta gloriosos y coloridos espectáculos, con claro homenaje a las composiciones de coreográficas caleidoscópicas de Busby Berkeley.
Film sensorial, que descubre los quiebres y dolores en el seno de grupos familiares, La canción de París nos invita a evocar el perfume de los films de René Clair y Marcel Carné, las canciones de Charles Trenet y tantos relatos sobre el París de aquellos tiempos. Historia de amores contrariados y de alejamientos forzosos, el film de Christophe Barratier registra diferentes estados de ánimo de cada uno de sus personajes, por su manera casi pudorosa de acercarse a ellos. Admirable la composición de Kad Merad, como Jacky Jacquet. Como lo son ciertamente los que interpretan a Pigoil y Jojo, padre e hijo, el militante Milou y su soñado amor, la joven cantante Douce, cuya voz embelesa.
Film realizado a la manera clásica, La canción de París nos reserva el regreso de Pierre Richard, quien ahora compone a ese personaje aislado y refugiado que vive de sus recuerdos, unido a su radio desde la cual llega tomar contacto con el mundo exterior. Es él, Pierre Richard como el señor Max, compositor, quien a partir de cierta información de los diarios podrá revivir y recrear su pasado. Y ahora frente a ello, sólo queda vestirse con sus mejores galas y abrir las puertas de su hogar, el que sólo es visitado por el pequeño Jojo.
Historia de historias, relatos que van asomando, personajes en escena y un volver a recorrer las rutas que se creían perdidas. Mientras tanto, los acontecimientos, los hechos históricos, serán registrados, no ya desde un típico almanaque, sino desde la inscripción que el propietario del bar Celestine realiza con frecuencia en su ventanal.