Epopeya tuerca
Valiosa reconstrucción del Gran Premio que unió Buenos Aires con Caracas en 1948.
Una verdadera hazaña para algunos, una locura para otros, el Gran Premio América del Sur unió seis países con vehículos de Turismo Carretera -casi sin sistemas de seguridad- en sinuosos caminos de ripio y un peregrinar de 20 días.
El director Andrés Cedrón tomó este jugoso hecho como foco de su opera prima sin centrarse en pocos testimonios centrales sino que ensambló, en un arduo trabajo de investigación, incluyendo la recuperación de materiales fílmicos, las anécdotas de muchos entrevistados: familiares de los corredores, dirigentes deportivos y protagonistas. Por esta multiplicidad oral, en la edición final a veces se dificulta seguir el hilo argumental.
Por la distancia temporal de 64 años, el desafío fue conseguir relatos en primera persona. El director dio con dos copilotos de aquella epopeya y con Froilán González, uno de los corredores. Esto se sumó a declaraciones de archivo de otros ases del volante como Juan Manuel Fangio, Oscar Gálvez e imágenes de Domingo Marimón, el ganador de la competencia en un dramático final.
La demarcación en un mapa, ciudad por ciudad, etapa por etapa, sitúa al espectador en aquel mítico recorrido de casi 10.000 km desde Buenos Aires hasta Caracas con el énfasis de locución deportiva de Luis Elías Sojit, filmado en su bunker de transmisiones de 1948. Todo bien vívido, con vértigo.
La competencia también tuvo su costado político, como la intervención de Perón, que ayudó con un valioso giro de dinero a los participantes, o un golpe de Estado en Perú que obligó a apurar la salida de una nueva etapa. A esta película, de alto valor histórico, se sumaron las interesantes miradas de Horacio González, director de la Biblioteca Nacional Argentina, y el historiador Norberto Galasso.
La Caracas también reflejó esa rivalidad folclórica del TC entre el El Chueco (Chevrolet) y El Aguilucho (Ford), que llevó a novelar mediáticamente el accidente de Fangio al norte de Lima, donde perdió la vida su copiloto. Otro gran acierto es la musicalización del Cuarteto Cedrón y ficcionar, con autos de aquella época, pero en los caminos de hoy, la histórica huella panamericana.