Jillian Bell es una muy buena comediante que desde hace unos años empezó a llamar la atención con sus trabajos, por lo general en roles secundarios dentro de la televisión.
Su labor en la sitcom Workaholics generó que el director Paul Thomas Anderson la incluyera en dos de sus filmes, como The Master e Inherent Vice, pero hasta la fecha no había tenido la oportunidad de sobresalir en un rol protagónico.
La carrera de Brittany es una película independiente que le dará una mayor proyección en Hollywood y prueba que su talento va más allá del género con el que suele estar relacionada.
En este caso encarna una mujer con serios problemas de autoestima, cuyo sobrepeso sumado a una vida social descontrolada, pone en peligro su salud.
Cuando se compromete a modificar sus hábitos para competir en una maratón, la protagonista inicia toda una experiencia de autodescubrimiento personal que lidia con temáticas universales.
El film del realizador Paul Downs Colaizzo, responsable del reboot de MacGyver, desarrolla con mucho realismo las dificultades para sostener una rutina más saludabl , a través de una historia que tiene varias capas argumentales.
Más allá de la transformación física y psicológica que atraviesa el rol de Jillian Bell, el conflicto explora también los efectos nocivos que genera la fijación con la falsa realidad de las redes sociales, donde supuestamente todo el mundo se muestra con vidas perfectas que no dejan de ser una puesta en escena.
Si bien la comedia relacionada con estas cuestiones está muy bien trabajada, la película se vuelve más atractiva todavía en aquellos momentos donde el drama cobra más fuerza y permite disfrutar a esta actriz en un rol diferente.
En estos días donde la comedia norteamericana tiende a estancarse en los chistes sobre drogones o cuestiones sexuales que atrasan 30 años, La carrera de Brittany al menos construye el humor con un tema que deja una reflexión relevante.