Una chica gordita, simpática y con sentido del humor, se pone un desafío mayúsculo para romper su frustración: correr la maratón de Nueva York. Semejante plot, con olor a cuento inspiracional a caballo de la moda runner, puede ahuyentar con razón. Pero en su mayor parte, La carrera de Brittany revierte ese prejuicio, con una encantadora y entretenida pintura de personajes y un tono, de comedia melancólica, atractivo. Pero la crónica de esta chica (interpretada por la talentosa Jillian Bell) por superarse a sí misma tiene la bolsa de azúcar -y de clichés inspiradores- reservada para el desenlace. Cuando desemboca hacia un desenlace de fórmula, tan parecido a miles como olvidable excepto, quizá, para los cultores de la reina de las maratones.