Correr o morir
El género de películas inspiracionales ha sabido producir en los últimos tiempos una serie de propuestas asociadas al bienestar y la imagen, y en donde la recuperación de la autoestima por parte de sus protagonistas, en su mayoría femeninas, permite reflejar un estado y clima de época en el que la imagen lo es todo, y el cuerpo perfecto también.
Estados Unidos, una de las sociedades con la mayor cantidad de población obesa y con sobrepeso del planeta, ha trabajado particularmente este tópico desde el cine y así La carrera de Brittany (Brittany runs a marathon, 2019) del debutante Paul Downs Colaizzo, se inscribe dentro de las goodfeelin movies, pero desestructurando algunos de sus preceptos y potenciando desde el humor y la ironía, en su primera parte, una bajada de línea donde el cuidado corporal y la mirada de los otros sobre uno y los cuerpos son esenciales para constituir la identidad.
Brittany (Jillian Bell) es una mujer que aún está en la búsqueda de horizontes que le permitan expandir su cotidianidad. Desinteresada de sí misma, sus rutinas de excesos y trasnoches la han llevado, aún en su corta edad, a una situación límite para su existencia. Si no cambia radicalmente sus consumos, morirá.
Cuando llega al fondo de todo, es decir, cuando ya no podría ni siquiera imaginar algo pero para sí misma, decide asumir su parte de culpa y tímidamente comienza a ejercitarse, corriendo, sin saber, realmente, si eso significaría un cambio radical o no en su vida, como finalmente lo será.
Así, esta historia inspirada en la Brittany real, y en el best seller que escribió, recorre, entre la moraleja inesperada y la acidez de un personaje antipático, una narración espasmódica, que alterna entre la solemnidad y la relajación de la nueva comedia americana su estructura dramática.
Cuando la primera (solemnidad) prevalece sobre la segunda, el relato se estanca, y ni siquiera el carisma y talento de Jillian Bell pueden remontar la obviedad y sus ganas de contentar a todos en el relato, es decir, a los que quieren inspirarse para mejorar su estado físico y salud, o a aquellos que sólo quieren entretenerse.
El personaje protagónico es revulsivo por momentos, y tal vez, si el director y los guionistas hubiesen desarrollado mucho más ese aspecto con ironía y potencia, esta carrera de una mujer contra sí misma, tendría otro tono y otro resultado.
En esos intersticios, entre la solemnidad, la obviedad y lo nuevo (personaje que distancia) La carrera de Brittany vence, al igual que la protagonista, su fin de aleccionar sobre los peligros de no llevar una vida sana y sin excesos, pero con una mirada diferente acerca del porqué de las cosas.
Y cuando la película deja de tomarse en serio al personaje y el objetivo final de correr la maratón de Nueva York (la gran excusa) sin quererlo comienza su trabajo para deconstruir su desarrollo de manual de autoayuda, emergiendo una tímida propuesta para reivindicar la libertad de acción y decisión, que no es otra cosa más que el fortalecimiento del yo y sus derivados a pesar de todo.