La carrera del animal se propone un punto de partida arriesgado: registrar el otro lado del cierre de una fábrica, el lado familiar-empresarial, el opuesto al de los trabajadores que suele mostrar el cine, pero que también incluye sentimientos complejos y desorientadamente humanos. El cese de actividades de una fábrica produce en este caso una crisis para tres personas. El dueño de la fábrica y padre de familia, personaje que se mantiene en las sombras, marcando desde allí el destino de los otros dos personajes principales y protagonistas: Valentín, el más joven, quien lleva una vida humilde y alejada de los avatares de la empresa familiar; y Cándido, su hermano mayor, quien en apariencia parece mejor preparado para jugar el juego de poder y violencia que presumen los negocios, incluso si ello implica dañar a su propia familia. Inquietante en su manera elíptica de dar información al punto de homologar el diálogo y el silencio, con una fotografía en blanco y negro determinante, la opera prima de Nicolás Grosso centra su potencia en construir un relato en donde la narración y la forma no le temen a la experimentación, al punto de convertirlas en motores nucleares de la película.